El apego es la vinculación afectiva íntima, profunda y duradera entre los seres humanos, destinada a garantizar su supervivencia. Se establece en la infancia con los padres o cuidadores y va a condicionar nuestra personalidad, nuestro comportamiento y nuestra forma de relacionarnos en el futuro.

Después de ver los cuatro tipos de apego que establece John Bowlby, llega el momento de detenernos con un poco de detalle en cada uno de ellos. En este artículo analizamos las características y las emociones más habituales en el tipo de apego ansioso ambivalente.

 

Características del apego ansioso ambivalente

Responde a un tipo de cuidado emocional inconstante, impredecible. En este caso, la persona cuidadora satisface las necesidades del niño de forma ambivalente. Para el niño esta conducta resulta imprevisible, dado que unas veces ofrece respuestas tranquilas y afectuosas, pero en otros momentos responde de forma ansiosa o exagerada, dependiendo de su estado anímico, o bien no está disponible o se retrasa en exceso su respuesta.

Así pues, no existe una conexión real entre sus necesidades y la respuesta que obtiene de sus progenitores. En consecuencia, el niño no puede confiar en sus cuidadores, no los percibe como disponibles, y aprende que debe llamar la atención para que sus demandas se vean satisfechas. Por ello, se expresa con toda la intensidad que sabe para conseguir que la persona cuidadora calme su necesidad.

El interés por el ambiente se ve coartado por el miedo, no se ejercita apenas, de forma que deja de explorar el mundo que le rodea o lo hace de manera ansiosa y poco relajada, con el menoscabo que esto supone para su independencia y autonomía personal.

La ambivalencia emocional produce angustia. Esto genera niños preocupados, ansiosos, inseguros, muy emocionales y exagerados en sus demandas para que los demás puedan detectarlas, que se angustian en exceso ante las separaciones.

Normalmente, la persona cuidadora que fomenta este tipo de apego suele tener una baja capacidad para su propia autorregulación emocional y es lo que acaba transmitiendo a su hijo. Con frecuencia, este tipo de apego en los padres y madres está relacionado también con la sobreprotección e hipervigilancia que ejercen sobre sus hijos.

¿Qué consecuencias puede tener el apego ansioso ambivalente en la vida adulta?

En la etapa adulta, este tipo de apego puede provocar una alta dependencia emocional. La persona tiende a buscar a alguien que pueda calmarle y a exagerar sus emociones y necesidades para conseguir que la otra persona esté emocionalmente cercana en todo momento.

Puede desarrollar una sensibilidad no fundamentada a la idea de que la pareja les abandone, como consecuencia de aquella inconstancia en la relación emocional de su etapa infantil. De hecho, es un tipo de apego que se hace evidente en las relaciones de pareja.

Podemos encontrar en este grupo personas que se sienten incapaces de estar solas y que buscan siempre consejo y apoyo de los demás, inseguras, con muchas dudas, con dificultades para funcionar autónomamente y baja autoestima...

¿En qué consiste el trabajo en terapia para superar este tipo de apego?

A grandes rasgos, el trabajo en terapia se centrará en modificar el estilo de apego de la persona, en ayudarle a descubrir que, realmente, no necesita a nadie más para estar calmada, que puede gestionar sus emociones de forma autónoma. Y que puede ser apoyado de forma incondicional por la otra persona sin necesidad de estar llamando la atención o absolutamente pendiente de otros.

La terapia le hará ganar seguridad y confianza para enfrentarse al mundo sin necesidad de recurrir siempre a terceras personas.

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