¿Qué es la cardiofobia?
La cardiofobia o cardiopatofobia es una condición psicológica en la que la persona experimenta un miedo intenso, persistente y desproporcionado a padecer una enfermedad cardíaca. A pesar de realizarse numerosas pruebas médicas que descartan patologías, la preocupación persiste. Esta angustia suele acompañarse de una hipervigilancia constante del cuerpo (en especial del pecho y el pulso), síntomas físicos (taquicardias, opresión torácica, pinchazos, mareos), visitas recurrentes a urgencias y un profundo malestar emocional.
Desde un enfoque clínico, puede considerarse un trastorno de ansiedad con componentes fóbicos y somatomorfos. No se trata simplemente de un miedo irracional, sino de una vivencia muy real y angustiante en la que la persona llega a convencerse de que corre peligro inminente de muerte, a menudo en forma de infarto o paro cardíaco.
Limitaciones de los abordajes tradicionales
Tradicionalmente, se ha abordado la cardiofobia desde modelos cognitivo-conductuales centrados en la reestructuración del pensamiento, la exposición y el control de la ansiedad. Aunque estas intervenciones pueden ser útiles, muchas veces no abordan el núcleo del problema: la lucha constante de la persona por evitar sentir ansiedad o sensaciones físicas desagradables, lo cual paradójicamente intensifica el malestar.
Aquí es donde la Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT, por sus siglas en inglés) ofrece una alternativa radicalmente distinta. En lugar de intentar controlar o eliminar los pensamientos y sensaciones, ACT propone cambiar la relación con ellos, fomentar la apertura a la experiencia interna y comprometerse con una vida guiada por valores, incluso en presencia de malestar.
La propuesta de ACT: cambiar la relación con el malestar
ACT no se centra en reducir los síntomas de ansiedad como objetivo principal, sino en aumentar la flexibilidad psicológica: la capacidad de estar presente, abrirse a la experiencia interna y actuar en dirección a lo que uno valora profundamente. En el caso de la cardiofobia, esto implica dejar de luchar contra el miedo a la muerte o a las sensaciones cardíacas, y empezar a vivir una vida significativa, aunque el miedo siga presente.
Desde este marco, el síntoma no es el problema; el problema es la forma en que nos relacionamos con ese síntoma. El intento constante de evitar, controlar o eliminar los pensamientos ("voy a morir"), emociones (miedo, ansiedad) y sensaciones (palpitaciones) genera una vida cada vez más limitada y desconectada de lo que importa.
El modelo HEXAFLEX aplicado a la cardiofobia
ACT se basa en seis procesos psicológicos que trabajan de forma integrada para promover la flexibilidad. A continuación, exploramos cada uno con ejemplos clínicos aplicados a la cardiofobia:
1. Defusión cognitiva
En lugar de intentar convencer a la persona de que no va a tener un infarto, se le entrena para observar ese pensamiento como un evento mental, no como una verdad absoluta. Técnicas como decir el pensamiento en voz alta con una canción absurda, repetirlo muchas veces hasta que pierde fuerza o escribirlo y observarlo con curiosidad ayudan a generar distancia.
Ejemplo: En vez de "voy a morir de un infarto", se practica decir "estoy teniendo el pensamiento de que voy a morir de un infarto".
2. Aceptación
Se trabaja la disposición a experimentar las sensaciones físicas y emocionales sin intentar eliminarlas. La aceptación no es pasividad, sino una apertura activa a lo que ya está presente, permitiendo que el cuerpo haga su trabajo sin añadir más tensión. Se usan metáforas como “el invitado molesto en casa” o “dejar pasar la ola sin luchar contra ella”.
3. Contacto con el momento presente
La cardiofobia empuja a la mente al futuro (catástrofes) o al pasado (episodios previos de ansiedad). ACT entrena a la persona para volver al aquí y ahora, cultivando la atención plena en lo sensorial, el cuerpo y el entorno. Esto facilita una conexión más serena y menos reactiva con las sensaciones.
Ejemplo: observar el entorno durante un paseo sin analizar el ritmo cardíaco, conectar con la respiración o con la temperatura del aire en la piel.
4. El yo como contexto
Las personas con cardiofobia suelen fusionarse con la identidad de "enfermo" o "vulnerable". ACT trabaja con el concepto de un "yo observador", el espacio desde el cual pueden observarse todos los pensamientos, emociones y sensaciones sin ser arrastrados por ellos. Esto ayuda a desidentificarse del sufrimiento y a ampliar la perspectiva.
Ejemplo: usar la metáfora del teatro, en la que uno es el escenario donde se representan distintas escenas (pensamientos y emociones), pero no es las escenas en sí.
5. Clarificación de valores
¿Qué ha quedado relegado por el miedo? ¿Qué actividades, relaciones o proyectos se han sacrificado en nombre de la seguridad? ACT ayuda a reconectar con valores personales como el movimiento, la conexión, la libertad, el amor o la aventura. Estos valores sirven como brújula para orientar la acción.
Ejemplo: una persona que dejó de hacer senderismo por miedo a subir el pulso puede redescubrir el valor de la conexión con la naturaleza y la autonomía personal.
6. Acción comprometida
Se trata de pasar a la acción, guiados por los valores, y no por el miedo. Esto puede implicar exposición gradual a situaciones evitadas (como hacer ejercicio, viajar, alejarse de centros médicos), pero desde un enfoque de presencia y aceptación, no como un reto para “superar la ansiedad”.
La diferencia con la exposición tradicional es que aquí no se busca reducir el síntoma, sino ampliar la vida.
Un caso clínico ilustrativo
Marina, 42 años, madre de dos hijos, llevaba tres años sin hacer ejercicio y evitaba quedarse sola en casa. Había ido en más de 15 ocasiones a urgencias convencida de estar sufriendo un infarto. Los cardiólogos no encontraban ninguna alteración orgánica, pero ella seguía obsesionada con su corazón.
En terapia con ACT, comenzamos trabajando la defusión de pensamientos catastróficos. Aprendió a decir “ahí está mi mente asustándome otra vez”. Posteriormente, practicamos aceptación corporal mediante ejercicios de mindfulness y exposición interoceptiva (subir escaleras, bailar en casa). Poco a poco, Marina se reconectó con su valor de vitalidad y decidió retomar el yoga y los paseos con sus hijos.
Aunque los síntomas aún aparecían ocasionalmente, ya no la paralizaban. Había dejado de vivir bajo el mandato de “tengo que estar segura” y comenzó a vivir desde el “quiero estar presente en lo que importa”.
Conclusiones
La cardiofobia es una forma muy concreta y limitante de ansiedad que puede condicionar profundamente la vida cotidiana. En lugar de centrarse en eliminar el síntoma, ACT propone aprender a relacionarse con él de forma distinta. A través de procesos de aceptación, presencia, conexión con los valores y acción comprometida, la persona aprende a dejar de luchar contra sus sensaciones y a vivir una vida más libre, rica y significativa.
En última instancia, no se trata de no tener miedo, sino de no permitir que el miedo decida por nosotros. ACT invita a caminar con el miedo en la mochila, pero con los pies firmes en la dirección que importa.