La relación terapéutica tiene una gran importancia en psicoterapia. Puede constituir, en sí misma, un elemento curativo del tratamiento al establecer un vínculo sólido entre las dos partes que intervienen.
Según la corriente psicológica de que se trate, encontraremos diferentes definiciones del vínculo terapéutico. En cualquier caso, este concepto se refiere a la relación entre el terapeuta y el paciente en el contexto de relación terapéutica. Se trata de una construcción, creada al alimón entre ambos, que permite la intervención psicológica.
No obstante, si hay algo que une a las diferentes escuelas de Psicología, aparte de la búsqueda del bienestar del paciente, es la importancia que otorgan a dicho vínculo para que la intervención sea realmente útil. No todas le dan el mismo protagonismo, pero todas coinciden en considerarlo fundamental.
¿Qué dimensiones incluye la relación terapéutica?
- Objetivos del tratamiento, establecidos de forma conjunta por ambas partes.
- Actividades para lograr dichos objetivos, diseñadas por el terapeuta en función de los objetivos.
- Vínculo entre terapeuta y paciente.
¿Cómo se consigue un buen vínculo terapéutico?
El vínculo de confianza y empatía se construye a través de la relación terapéutica, entendida como los acuerdos sobre las sesiones, objetivos, tareas, metas, etc. que establecen los dos protagonistas de la terapia.
Diferentes estudios han relacionado este vínculo con el éxito de la intervención. En general, todos coinciden en que su papel es muy significativo e incluso algunos han tratado de medirlo. Estos últimos afirman que el buen funcionamiento y el resultado de la terapia depende entre un 36% y un 66% de la relación terapéutica que se haya establecido. Números aparte o no, es obvio que el buen entendimiento entre el psicólogo/a y su paciente tiene un papel determinante para favorecer el proceso terapéutico.
Existen varios factores que influyen en la consolidación de una buena alianza terapéutica. Por ejemplo, Carl Rogers, figura impulsora de la Psicología humanista, destaca tres elementos básicos para la creación de un vínculo terapéutico que dependen directamente del terapeuta:
- Empatía: la capacidad para ver el mundo a través de los ojos del paciente, para comprender la experiencia de la otra persona y hacerla nuestra para ayudarle.
- Aceptación incondicional: para crear un clima de seguridad que permita al paciente expresarse con libertad, sin temor a ser juzgado ni al rechazo.
- Autenticidad o congruencia: la disposición del profesional a relacionarse con transparencia con su paciente, abandonando cualquier fachada profesional impostada.
En cuanto a las actitudes y habilidades del psicoterapeuta, otros autores ponen el acento en:
- Escucha activa
- Confianza en el paciente
- Comunicación asertiva
- Adaptar su lenguaje al estilo comunicativo del paciente.
En referencia a ambos (psicólogo/a y paciente), otros autores han hablado de:
- Confianza y responsabilidad mutua
- El consenso de los objetivos de terapia establecidos por ambas partes
- Que se tenga en cuenta el feedback del paciente
¿Qué deben conseguir ambas partes para que la relación terapéutica sea un éxito?
- Terapeuta y paciente deben llegar a un acuerdo, con el objetivo de lograr el crecimiento y la mejora del bienestar del paciente, en un contexto en el que los roles deben estar perfectamente definidos.
- El terapeuta debe ser el encargado de acompañar al paciente para que este consiga los cambios que necesita para alcanzar ese bienestar.
- El paciente debe desarrollar confianza y motivación para alcanzar ese bienestar.
Si no se produce una buena relación terapéutica, lo más probable es que el paciente abandone la terapia durante las primeras sesiones.
Puedes solicitar cita previa para tratamiento aquí.