Para Freud los mecanismos de defensa son las estrategias psicológicas inconscientes que las personas utilizan como protección frente a los conflictos emocionales que se les presentan, con el objetivo de mantener el equilibrio psicológico.
La misión de estos mecanismos es la defensa frente a pensamientos y emociones que producen ansiedad, sentimientos de depresión, fractura de autoestima, etc. En definitiva, nos protegen de aquello que nos resulta doloroso y que no podemos tolerar. Nos evitan sufrimiento.
¿Los mecanismos de defensa son naturales o patológicos?
Se consideran una parte consustancial al funcionamiento psíquico de las personas. Se manifiestan cuando nos encontramos en apuros y son naturales. Los mecanismos de defensa se ocupan de establecer una barrera que corte con aquello que amenaza en forma de tensión, ansiedad o inseguridad. En este sentido pueden ser eficaces y adaptativos.
Sin embargo, también pueden llegar a ser patológicos.
Según la teoría clásica psicoanalítica, cuando resultan desproporcionados, excesivamente frecuentes o rígidos, pueden aparecer desajustes que provocan el desarrollo de trastornos como la ansiedad, estrés, neurosis, fobias, obsesiones, histeria…
Por eso, cabe distinguir los mecanismos de defensa en aquellos que resultan exitosos o ineficaces. Los primeros consiguen su objetivo de disminuir la ansiedad ante los peligros; los segundos no lo logran y caen en ciclos repetitivos que provocan psicopatologías como la citada neurosis, etc.
Otras características de los mecanismos de defensa
Algunos de los rasgos que caracterizan a los mecanismos de defensa son los siguientes:
Son procesos defensivos del yo
En la estructura psicoanalítica, Freud los consideraba manifestaciones del “yo” ante las exigencias de las otras instancias psíquicas: “ello” y “superyo”. Dichas manifestaciones están encaminadas a establecer el equilibrio entre estas tres fuerzas antagonistas que rigen nuestro pensamiento y conducta.
Son personalizados
Es decir, que cada persona reacciona de una forma ante una circunstancia que nos provoca angustia. Existe una gran variedad de factores que influye en la formación de los mecanismos de defensa: la crianza, la personalidad, todo tipo de experiencias, traumas…
Transitorios o arraigados
Su función suele ser transitoria, para permitir aceptar o adaptar la situación que los ha desencadenado. Sin embargo, algunos de ellos se instalan de forma permanente en nuestro modo de ser y de actuar.
Se desarrollan en situaciones de angustia
Aparecen cuando nos supera la presión, se activan de forma inconsciente para eliminar la sensación desagradable, ya sean presiones internas (que surgen de nosotros mismos) o externas (provocadas por otras personas u agentes externos).
Influyen en nuestra conducta y en nuestras decisiones
Como sistemas de protección que son, son útiles para defendernos cuando algo nos sobrepasa, pero también afectan a nuestra percepción e interpretación de la realidad, condicionando nuestra respuesta conductual.
Cuáles son los mecanismos de defensa más habituales
Algunos de los más conocidos y tratados por la literatura psicológica son la represión, la negación, la proyección, el desplazamiento, la negación, la compensación…
Cómo restablecer el equilibrio de los mecanismos de defensa
En aquellos casos en los que se haya producido un desajuste con los mecanismos de defensa que haya generado reacciones como depresión, estrés, ansiedad, etc., la ayuda profesional puede permitir un reaprendizaje emocional y encauzar los mecanismos de defensa para que no provoquen daño.
En un contexto de terapia, las personas pueden descubrir cómo se están comportando sus mecanismos de defensa e identificar cuáles le están ofreciendo una protección eficaz y ajustada y cuáles están afectando de forma negativa a su salud emocional.
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