En el ámbito de la psicología y la educación, gran parte de la atención se ha centrado en comprender qué factores promueven la motivación académica de los estudiantes y cómo se puede favorecer su desarrollo integral. Dentro de esta perspectiva, se ha demostrado que el vínculo entre docente y estudiante puede ser tan determinante como los métodos pedagógicos o el propio currículum. Un estudio reciente titulado “Teacher-student relationships as a pathway to sustainable learning: Psychological insights on motivation and self-efficacy” profundiza en cómo las relaciones de desarrollo —basadas en la empatía, el apoyo y la confianza— impulsan no solo la motivación, sino también la autoeficacia de los alumnos. Dichos hallazgos tienen implicaciones significativas en el diseño de intervenciones educativas más humanas y centradas en las necesidades reales de cada estudiante.
Importancia de las relaciones de desarrollo en el ámbito educativo
El concepto de relaciones de desarrollo alude a un modelo donde el docente no se limita a exponer contenido, sino que se convierte en una guía cercana para el alumno. Este tipo de relación se caracteriza por:
Empatía y acompañamiento constante
Las interacciones no giran únicamente en torno a la materia impartida; el profesor también se interesa por aspectos emocionales y personales. Los estudiantes que se sienten escuchados y comprendidos experimentan un aumento en su seguridad y reducen la ansiedad ante los retos académicos.Comunicación bidireccional
La comunicación no se reduce a órdenes y asignaciones. Se abren espacios para la retroalimentación mutua, donde el docente escucha activamente y el alumno comparte inquietudes o propuestas para mejorar la dinámica de clase.Entorno de respeto y confianza
El sentimiento de respeto mutuo favorece la participación de los alumnos, ya que se sienten libres de opinar y aportar, sin temores a ser juzgados. Este clima positivo está directamente correlacionado con la motivación: un ambiente cálido y seguro promueve la toma de riesgos y el deseo de mejorar.
De acuerdo con el estudio, cuando las relaciones se basan en estos pilares, los estudiantes muestran niveles superiores de compromiso y motivación por aprender. Además, se observa un aumento en la responsabilidad y la autorregulación, claves para el desarrollo integral y sostenible de su aprendizaje.
Motivación académica: motores internos y externos
La motivación académica puede definirse como la fuerza interna o externa que impulsa al estudiante a involucrarse en tareas de aprendizaje, perseverar ante dificultades y esforzarse por alcanzar sus metas. Existen dos grandes vertientes:
- Motivación intrínseca: Se genera cuando el alumno encuentra placer y satisfacción en el propio proceso de aprender. Esta surge al conectar sus intereses personales, curiosidades o metas de desarrollo con la materia que estudia.
- Motivación extrínseca: Viene de factores externos, como calificaciones, recompensas, reconocimiento social o expectativas familiares. Si bien puede ser efectiva a corto plazo, suele requerir un refuerzo constante.
El estudio destaca que, en la práctica, ambas motivaciones coexisten y se influyen mutuamente. Un estudiante con un alto grado de motivación intrínseca, pero que además cuenta con la expectativa de acceder a oportunidades profesionales, puede verse doblemente incentivado. Del mismo modo, un docente que conecta los contenidos con la utilidad futura de la asignatura incrementa la motivación, pues los alumnos perciben de forma clara el valor de sus esfuerzos actuales.
Autoeficacia y su influencia en el rendimiento académico
La autoeficacia se refiere a la creencia que cada estudiante tiene sobre su habilidad para realizar con éxito una tarea específica. Numerosos estudios en psicología educativa señalan que la autoeficacia influye en cómo los alumnos afrontan desafíos, estructuran sus estrategias de estudio, gestionan la ansiedad y se sobreponen a los fracasos temporales. En concreto:
Procesamiento de la información y persistencia
Cuando un alumno confía en sus capacidades, invierte más tiempo y dedicación en comprender los contenidos, analiza más profundamente las tareas y desarrolla un enfoque más activo y creativo frente a los problemas.Regulación de emociones
La autoconfianza actúa como un amortiguador del estrés académico. Los estudiantes con alta autoeficacia mantienen niveles de ansiedad manejables y se sienten más animados a pedir ayuda cuando la necesitan.Refuerzo positivo o negativo
El éxito reiterado en tareas percibidas como complejas refuerza la creencia en las propias capacidades. A la inversa, una serie de resultados negativos sin la debida orientación o retroalimentación puede disminuir la autoeficacia y llevar al desaliento.
En el marco de las relaciones de desarrollo, los docentes pueden proporcionar retroalimentación constructiva y alentar la mentalidad de crecimiento en sus estudiantes, aumentando su autoeficacia. Este aspecto es fundamental, pues el alumno no solo aprende mejor, sino que además adquiere herramientas para afrontar situaciones complicadas en el ámbito escolar y más allá de él.
Apoyo instruccional: un recurso didáctico clave
El apoyo instruccional se concreta en todas aquellas acciones que el docente lleva a cabo para facilitar la comprensión y el desarrollo de competencias en los estudiantes. Engloba tanto la calidad de las explicaciones y la organización de contenidos, como la personalización de estrategias que atiendan diversos estilos de aprendizaje. El estudio enfatiza varios elementos:
- Claridad y estructura: Presentar los objetivos de cada lección o tema, mostrar ejemplos concretos y asignar tareas graduales evita la confusión y promueve una visión más estructurada del proceso de aprendizaje.
- Retroalimentación formativa: Más allá de una simple corrección de errores, el profesor debe indicar estrategias de mejora, resaltar logros y fomentar la reflexión sobre el propio desempeño.
- Metodologías activas: El trabajo colaborativo, la resolución de problemas reales y los debates en clase son algunas de las propuestas que incentivan la motivación. Además, fomentan la participación y el pensamiento crítico.
El docente que adopta un enfoque de guía y facilitador —en lugar de un rol meramente transmisor de información— potencia la implicación del alumno y su autonomía. De este modo, el apoyo instruccional de calidad se convierte en un catalizador de la motivación y, a su vez, contribuye a estrechar las relaciones de confianza entre maestro y estudiante.
Conexión entre el valor instrumental y la motivación sostenida
Otro de los hallazgos mencionados en el estudio es la relevancia del valor instrumental que el estudiante atribuye a la asignatura. Cuando percibe que lo que aprende le servirá para su vida profesional o personal, se estimula todavía más su deseo de seguir adelante. Esta percepción puede reforzarse si el docente ilustra ejemplos concretos de la utilidad del conocimiento:
- Proyectos vinculados a la realidad: El análisis de casos prácticos o de problemáticas locales e internacionales permite que el alumno interiorice la pertinencia de lo que estudia.
- Experiencias de exalumnos: Invitar a antiguos estudiantes que compartan cómo la materia les fue útil en su trayectoria laboral brinda un sentido de futuro y potencial de éxito.
- Objetivos a mediano y largo plazo: Establecer metas claras —como la mejora de nivel en un segundo idioma o la aplicación de técnicas en proyectos específicos— alienta a los alumnos a planificar y comprometerse con su formación a lo largo del tiempo.
Bajo esta perspectiva, si bien la motivación puede provenir de la relación de desarrollo y del apoyo académico del profesor, se multiplica cuando el estudiante comprende el porqué y el para qué de aquello que está aprendiendo.
Implicaciones para la práctica profesional
1. Políticas institucionales centradas en la persona
Los programas de desarrollo docente deberían incluir módulos de formación socioemocional, de comunicación y de fomento de la empatía. Con ello se busca que el personal académico disponga de las herramientas para cultivar relaciones basadas en la cercanía y la comprensión de las necesidades individuales.
2. Fomento de la colaboración y la tutoría
Diseñar espacios donde los profesores se reúnan para intercambiar buenas prácticas y recursos didácticos es esencial. La tutoría entre pares permite que docentes más experimentados orienten a otros en la integración de métodos activos y propuestas de trabajo colaborativo. Del mismo modo, los propios estudiantes pueden beneficiarse de programas de tutoría entre compañeros de cursos superiores.
3. Diseño curricular flexible y relevante
La inclusión de actividades y proyectos que simulen la resolución de problemas del mundo real da sentido a los contenidos académicos. Este valor instrumental impulsa la motivación y, al mismo tiempo, prepara a los alumnos para ser ciudadanos comprometidos y profesionales competentes.
4. Evaluaciones formativas y personalizadas
Se recomienda el uso de formatos de evaluación que permitan brindar retroalimentación continua, enfocada no solo en la calificación, sino en el proceso de aprendizaje y en la evolución personal de cada estudiante. Esto refuerza la autoeficacia y les anima a perseverar incluso en contextos desafiantes.
Reflexiones y proyecciones futuras
Las evidencias recogidas en esta investigación ponen de manifiesto la profunda interdependencia que existe entre las relaciones de desarrollo en el aula, el apoyo instruccional, la motivación y la autoeficacia del alumnado. En una realidad educativa en constante transformación, resulta fundamental que las instituciones y los docentes reexaminen sus prácticas para situar al estudiante en el centro del proceso formativo. Al generar un clima de confianza y respeto, y al mismo tiempo proporcionar una orientación sólida, el aprendizaje se vuelve más significativo y perdurable.
Por otra parte, este enfoque sienta las bases para que cada individuo desarrolle una conciencia más amplia de su propio potencial, favoreciendo actitudes resilientes que trasciendan el espacio escolar. La combinación de técnicas didácticas innovadoras, acompañamiento emocional y muestras concretas de la pertinencia de la materia cursada (valor instrumental) conduce a la adquisición de competencias esenciales para la vida académica, laboral y social.
Mirando hacia el futuro, la investigación señala la conveniencia de:
- Profundizar en estudios longitudinales: Con el fin de observar cómo evolucionan la motivación y la autoeficacia de los estudiantes a medida que forjan relaciones de largo plazo con el profesorado.
- Explorar la diversidad cultural y de contexto: Analizando en diferentes culturas y entornos educativos (rurales, urbanos, distintos niveles socioeconómicos) la manera en que estas relaciones se construyen y despliegan.
- Indagar sobre nuevos facilitadores: Factores como el uso de la tecnología educativa, la gamificación o la presencia de mentores externos podrían añadir matices a la visión que se tiene de la motivación y el desarrollo del estudiante.
En síntesis, las relaciones positivas y sólidas entre docentes y estudiantes emergen como un “catalizador” del aprendizaje sostenible y del bienestar emocional. Como muestra esta investigación, el modelo de relación de desarrollo, el respaldo pedagógico de calidad y la importancia concedida a la utilidad práctica de las asignaturas, constituyen la fórmula más robusta para construir un entorno educativo que trascienda la teoría y responda, de manera efectiva, a las aspiraciones y retos de la sociedad contemporánea.
Autor Psicólogo Ignacio Calvo