Comprar puede ser placentero, liberador, incluso terapéutico. Pero cuando el impulso de adquirir cosas se convierte en una necesidad constante, difícil de controlar y generadora de malestar, estamos ante una problemática real: la adicción a las compras, también conocida como oniomanía o trastorno de compra compulsiva.
¿Qué es realmente la adicción a las compras?
No se trata simplemente de gastar mucho o de ser caprichoso. La adicción a las compras es un patrón de conducta compulsivo en el que la persona siente un impulso intenso e irresistible de comprar, incluso sin necesitar lo que adquiere, y a pesar de las consecuencias negativas (económicas, emocionales o relacionales).
El ciclo suele seguir un patrón: tensión o malestar emocional → impulso de comprar → compra → alivio momentáneo → culpa o ansiedad → vuelta a empezar. Es decir, la compra no es el fin, sino el medio para regular emociones que resultan abrumadoras.
¿Por qué alguien se engancha a comprar?
La adicción a las compras tiene un fuerte componente emocional. A menudo aparece en personas con baja autoestima, estados depresivos, ansiedad o dificultades para gestionar el vacío emocional. Comprar activa circuitos cerebrales de recompensa similares a los que se activan con sustancias adictivas, especialmente el sistema dopaminérgico.
Desde la neurociencia sabemos que este sistema se estimula no solo con la recompensa en sí, sino con la anticipación. Es decir, el simple hecho de pensar en comprar o visualizar productos ya genera una descarga de dopamina, lo que refuerza el ciclo adictivo.
Señales de alerta
- Gastar más de lo que se puede permitir de forma recurrente.
- Mentir sobre compras o esconder productos adquiridos.
- Sentir ansiedad o irritabilidad si no se puede comprar.
- Utilizar las compras como forma de automedicarse emocionalmente.
- Intentos fallidos de dejar de comprar compulsivamente.
Tratamiento desde la Terapia Cognitivo-Conductual (TCC)
La TCC ha demostrado ser uno de los enfoques más eficaces para abordar las adicciones conductuales, incluida la adicción a las compras. Su intervención combina técnicas para modificar patrones de pensamiento disfuncionales (cognitivos) y conductas problemáticas.
1. Evaluación y psicoeducación
El primer paso es ayudar a la persona a comprender su patrón de compra compulsiva, identificar los disparadores emocionales y los momentos críticos. Se trabaja también en desmitificar la idea de que “comprar da felicidad” o que “una vida sin compras sería gris”.
2. Registro de pensamientos, emociones y conductas
Se utiliza un registro diario que permite observar el ciclo estímulo-emoción-conducta. Esto da conciencia sobre lo que activa el impulso de comprar y las consecuencias posteriores. Por ejemplo, una paciente puede identificar que tras una discusión con su pareja siente vacío y acaba comprando ropa por internet sin necesitarla.
3. Reestructuración cognitiva
Aquí se cuestionan pensamientos automáticos como: “Me lo merezco”, “Si no lo compro ahora, lo perderé” o “Esto me hará sentir mejor”. Se promueven pensamientos más realistas y funcionales: “No necesito esto ahora”, “Mi bienestar no depende de un objeto”, “Puedo tolerar esta emoción”.
4. Entrenamiento en tolerancia emocional
La TCC enseña habilidades para afrontar emociones difíciles sin recurrir a la conducta adictiva. Estrategias como mindfulness, respiración diafragmática, técnicas de exposición a emociones o regulación emocional basada en DBT (terapia dialéctica conductual) pueden ser incorporadas.
5. Prevención de recaídas y planificación de alternativas
Se diseñan planes de acción para momentos críticos. ¿Qué hacer cuando aparece el impulso? ¿Cómo manejarlo sin ceder? Se trabajan también actividades alternativas que generen satisfacción sin riesgo: deporte, arte, contacto social, meditación, escritura, etc.
6. Involucrar el entorno
Cuando es posible, se integra a familiares o pareja para fortalecer el proceso terapéutico. No se trata de controlar a la persona, sino de crear un sistema de apoyo empático y realista.
La herida emocional detrás del consumo
En muchos casos, la adicción a las compras no es más que el síntoma de una necesidad emocional insatisfecha: la búsqueda de validación, la necesidad de afecto, el intento de llenar un vacío existencial o protegerse del dolor. Por eso, la TCC no solo trabaja con la conducta externa, sino que ahonda en la historia personal, los vínculos y la identidad.
Un enfoque integrador
Aunque la TCC es el núcleo del tratamiento, muchas veces se complementa con enfoques humanistas, sistémicos o incluso cuerpo-mente (como la terapia somática o la coherencia cardíaca) para abordar el problema desde una mirada más completa y compasiva.
Conclusión
La adicción a las compras no es un capricho ni una falta de voluntad: es una estrategia de supervivencia emocional que, a largo plazo, genera más sufrimiento. Con ayuda profesional, especialmente desde la terapia cognitivo-conductual, es posible romper ese ciclo, sanar la raíz emocional y aprender a vivir con más autenticidad y plenitud.