En un mundo donde la relación con la comida está cada vez más cargada de normas, etiquetas, ideales estéticos y juicios, muchas personas viven en silencio un malestar profundo: comen sin control aparente, en secreto, con vergüenza, y luego sienten culpa, asco o tristeza. Esto no es simplemente "comer de más". Puede tratarse del trastorno por atracón, una condición psicológica real, seria y tratable.
¿Qué es el trastorno por atracón?
El trastorno por atracón (o binge eating disorder, en inglés) es un trastorno de la conducta alimentaria que se caracteriza por episodios recurrentes en los que una persona come, en un periodo corto de tiempo, una cantidad de comida claramente superior a lo que la mayoría de las personas consumiría en circunstancias similares. Lo más importante no es solo la cantidad, sino la sensación de pérdida de control durante el episodio.
Tras el atracón, es común que aparezcan emociones intensas como culpa, vergüenza o desesperanza. A diferencia de la bulimia nerviosa, en este trastorno no hay conductas compensatorias como el vómito autoinducido, el ejercicio excesivo o el uso de laxantes.
Algunos signos frecuentes incluyen:
- Comer muy rápido, sin saborear ni disfrutar, como si se tratara de una urgencia.
- Seguir comiendo incluso cuando se está físicamente lleno.
- Comer en secreto por vergüenza, evitando hacerlo frente a otros.
- Sentirse fuera de control, como si “algo” tomara el mando durante el episodio.
- Después del atracón, experimentar sentimientos de culpa, odio hacia uno mismo o desesperanza.
¿Por qué ocurre?
El trastorno por atracón no se origina por simple "gula" ni por falta de fuerza de voluntad. Tiene causas profundas y múltiples. Suele estar relacionado con factores emocionales, psicológicos y sociales que interactúan entre sí:
- Restricción alimentaria: Paradójicamente, muchas personas que sufren atracones han pasado años a dieta o tratando de “controlarse”. Las dietas estrictas generan privación y una relación de conflicto con la comida que puede acabar en episodios de pérdida de control.
- Estrés y emociones difíciles: Comer se convierte en un intento de calmar, anestesiar o escapar de emociones como la ansiedad, la tristeza, la ira o el vacío.
- Baja autoestima y vergüenza corporal: El rechazo del cuerpo, las comparaciones constantes y la presión social por tener cierto aspecto físico aumentan la vulnerabilidad al trastorno.
- Traumas emocionales: Muchas personas con este trastorno han vivido experiencias traumáticas, negligencia emocional o abuso en la infancia, y la comida puede ser un refugio emocional.
Es importante entender que el atracón no es el verdadero problema, sino el síntoma de un malestar más profundo. Atacar solo la conducta sin comprender su función es como intentar apagar una alarma sin atender el incendio.
El papel de la Terapia Cognitivo-Conductual (TCC)
La Terapia Cognitivo-Conductual es, a día de hoy, el enfoque psicológico con mayor respaldo científico para el tratamiento del trastorno por atracón. Está recomendada por guías clínicas internacionales como la del NICE (Reino Unido) o la APA (EE. UU.).
¿Cómo funciona la TCC en este trastorno?
La TCC se basa en una idea fundamental: nuestros pensamientos influyen en nuestras emociones y comportamientos. En el caso del trastorno por atracón, suele haber una cadena de pensamientos automáticos, creencias rígidas sobre la alimentación, el cuerpo o el propio valor personal, y emociones intensas que desencadenan la conducta.
El tratamiento suele estructurarse en varias fases:
1. Evaluación y psicoeducación
Se ayuda a la persona a entender qué es el trastorno por atracón, cómo funciona y por qué no es culpa suya. Esto reduce la vergüenza y permite mirar el problema con más compasión.
2. Registro de atracones y emociones
Mediante autorregistros, se identifican patrones: cuándo ocurren los atracones, qué emociones los preceden, qué pensamientos aparecen. Esto permite detectar los factores desencadenantes y las cadenas de comportamiento.
3. Reestructuración cognitiva
Se trabajan creencias disfuncionales como “si rompo la dieta ya todo está perdido”, “no tengo control”, o “valgo menos por mi cuerpo”. Se aprende a identificar y cuestionar estos pensamientos y a generar otros más realistas y compasivos.
4. Regulación emocional
Se enseñan herramientas para gestionar emociones difíciles sin recurrir a la comida. Técnicas como la respiración consciente, el mindfulness, el autocuidado, o el contacto con necesidades emocionales son claves.
5. Establecimiento de un patrón de alimentación estable
Se fomenta una alimentación regular y suficiente, sin prohibiciones extremas, para evitar la restricción y prevenir los atracones. Esto incluye aprender a diferenciar hambre física de hambre emocional.
6. Trabajo con la autoestima y la imagen corporal
Muchas personas con trastorno por atracón tienen una relación muy conflictiva con su cuerpo. Se exploran formas de aceptación corporal, autocompasión y valoración más allá del peso.
¿Qué resultados se pueden esperar?
La buena noticia es que la TCC ha demostrado ser altamente eficaz. La mayoría de las personas reducen significativamente la frecuencia de los atracones, mejoran su relación con la comida y recuperan la sensación de control.
Además, muchas personas experimentan mejoras en su estado de ánimo, autoestima y calidad de vida. No se trata de “dejar de comer”, sino de sanar. De volver a conectar con el cuerpo, con las emociones y con las propias necesidades.
Reflexión final
Si estás leyendo esto y te has sentido identificado, quizá es el momento de plantearte pedir ayuda. Vivir atrapado en una relación dolorosa con la comida no es algo que tengas que afrontar en soledad.
El trastorno por atracón tiene tratamiento, y la recuperación es posible. No se trata de fuerza de voluntad, sino de sanar desde dentro. Con apoyo profesional, comprensión y herramientas adecuadas, es posible reconstruir una relación más libre, consciente y amable con la comida y contigo mismo.
Comer no debería ser una batalla. Debería ser un acto de nutrición, disfrute y cuidado. Escuchar lo que hay detrás del atracón es el primer paso hacia un bienestar más profundo y duradero.