Son muchas las personas que en alguna ocasión han experimentado el llamado sentimiento de vacío, también conocido como vacío emocional o vacío existencial. En este artículo vamos a ver qué es y cómo tratarlo.
¿En qué consiste el sentimiento de vacío?
Para la mayoría, se trata de un problema puntual, un estado concreto de apatía y falta de motivación que se produce, generalmente, tras algún acontecimiento más o menos traumático, para desaparecer al poco tiempo o diluirse con el paso de la actividad cotidiana. No es más que una parte del proceso de adaptación a una nueva situación. Es habitual sentirse así alguna vez en la vida y recuperarse sin mayores consecuencias.
Sin embargo, otras veces ese sentimiento de vacío se enquista en lo más hondo de la persona y se convierte en una fuente de angustia constante, de conflicto interior. Todo esto conlleva una pérdida generalizada de la motivación que interfiere en todos los ámbitos de la vida, genera dificultades de expresión emocional, en mayor o menor grado, y una desconexión con el contexto social e interpersonal.
Este desamparo emocional puede traducirse en crisis de ansiedad y en conductas agresivas hacia uno mismo o hacia los que le rodean. Se relaciona con una sensación de “no tener nada dentro”, de “sentirse solo” o de que “algo falta en mi vida pero no sé lo que es”, como aseguran muchos de los pacientes en consulta. Normalmente, ese sentimiento de vacío nos avisa de algo más, aspectos de nuestra personalidad que hay que trabajar o equilibrar.
El vacío emocional suele ser característico de determinados trastornos de la personalidad, como el TLP (Trastorno Límite de la Personalidad), psicóticos y depresivos; y funciona muchas veces como factor desencadenante de adicciones o problemas de conducta alimentaria.
Causas del sentimiento de vacío
A la base un problema complejo como este, suele haber un intrincado sentimiento de frustración personal. Es decir, que existe cierta predisposición en determinados individuos. Ahora bien, los motivos que activarán esta sensación de vacío pueden ser muy variados, frecuentemente asociados con carencias emocionales o con pérdidas concretas. Por ejemplo:
- fallecimiento de un ser querido;
- separaciones;
- insatisfacción en la relación de pareja;
- soledad emocional o represión de emociones en la infancia;
- cambios vitales importantes;
- miedos;
- dependencia emocional;
- sentimientos de culpa;
- excesiva autoexigencia;
- etc.
Síntomas del vacío emocional
- En el plano fisiológico, es frecuente que la persona se refiera a una especie de presión en el pecho.
- En el ámbito cognitivo destacan la sensación de apatía, aburrimiento, desgana, inseguridad, tristeza, frustración, ansiedad...
- En el terreno conductual pueden observarse conductas agresivas y autodestructivas, aislamiento social, conductas adictivas, trastornos de la alimentación...
Reacciones más habituales para llenar ese vacío
Muchas veces, las personas que lo sufren quieren llenar a toda costa ese vacío. Llevadas por la ansiedad, se refugian en:
- drogas o alcohol;
- consumo compulsivo;
- adicción al juego;
- adicción al trabajo;
- adicción al sexo;
- ingestas de comida inadecuadas;
- etc.
Sin embargo, nada de esto solucionará el problema, sino que lo agravará. Esta carencia profunda del ser no se puede suplir con la mera posesión de cosas o con parches superficiales. La persona debe descubrir qué es lo que echa en falta realmente para mejorar su estado emocional y recuperar su estabilidad.
Tratamiento
El tratamiento debe perseguir, en primer lugar, el reconocimiento del vacío y la necesidad de buscar un nuevo sentido, de plantear nuevos objetivos vitales, abrirse a una nueva oportunidad...
Es preciso mirar por dentro. Esta búsqueda interior ayudará a detectar qué es lo que ha faltado en la vida o qué han significado exactamente esas pérdidas, en lugar de buscar cosas fuera de manera desordenada.
Por ello, es preciso ayudar a la persona a encontrar y desarrollar estrategias para afrontar el vacío y ofrecerle pautas para la detección de pensamientos negativos y su manejo.
En la mayoría de los casos será imprescindible trabajar el autoconcepto y los sentimientos de autoestima.
Para mitigar la sintomatología fisiológica, se recurrirá a técnicas de relajación y meditación. En este punto se debe hacer hincapié en la importancia de una respiración adecuada. Respirar profundo aliviará esa sensación de presión en el pecho, etc.
Si se ha identificado la herida psicológica desencadenante, puede ser conveniente recurrir a métodos psicoterapéuticos como EMDR (Desensibilización y Reprocesamiento por medio de Movimientos Oculares) o SHEC (Sincronización de Hemisferios Cerebrales).
El sentimiento de vacío suele ser un signo clínico de trastornos como la depresión, ansiedad o adicción, por lo que en estos casos se abordará dentro de un contexto psicoterapéutico especializado más amplio.
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Autor: Psicólogo José Álvarez