Existen estudios que apuntan hacia una probable base genética del trastorno de TDAH (Trastorno por déficit de la Atención e Hiperactividad). Asimismo, hay otras investigaciones que tratan de aislar determinados factores ambientales que podrían afectar a su evolución.  

Estos trabajos sostienen que el estilo de apego inseguro, de tipo ambivalente y desorganizado, es un factor de riesgo que puede agravar la sintomatología del TDAH, un contexto que lo favorece. De hecho, alguno de estos estudios, como el realizado por el Hospital San Juan de Dios de Barcelona en su unidad especializada en TDAH, ha demostrado que tanto los niños de la muestra como sus madres presentaban un porcentaje mayor de apego inseguro que el resto de las personas.

Sin embargo, los modelos de apego seguro vividos en la infancia se consideran factores protectores para el pronóstico del trastorno y su tratamiento.  Antes de seguir, conviene aclarar que nos referimos al vínculo paternofilial como una circunstancia que influye sobre el problema, no como una causa de este.

Cómo influyen los estilos de apego en los síntomas del TDAH

Los estilos de apego inseguro son los más habituales en niños con TDAH. Estos presentan déficits en sus habilidades de autorregulación, son impulsivos, poco perseverantes, no se calman con facilidad… Estas capacidades se desarrollan mejor gracias a una buena interacción entre los niños y sus padres, es decir, con un estilo de apego seguro.

Al mismo tiempo, hay estudios que demuestran que los niños que han crecido con un estilo de apego inseguro tienen más probabilidades de tener dichos problemas de autorregulación.

Del mismo modo, el apego seguro tiene una influencia positiva ante el desarrollo de habilidades como la capacidad de atención, la persistencia y perseverancia en sus tareas, el control de los impulsos, etc. Aspectos que suelen estar mal regulados en los niños TDAH.

En este sentido, las investigaciones sobre relaciones entre padres e hijos con TDAH han puesto de manifiesto patrones de comunicación parecidos a los que se observan en los tipos de apego inseguro. Por ejemplo, bajo involucramiento, negatividad y falta de respuesta por parte de los padres.

Del mismo modo, los padres con niños con TDAH tienen una percepción más conflictiva de la relación con sus hijos, ya que estos desde pequeños han sido irritables, intranquilos, muy activos y con alta resistencia al cambio. La relación se ve afectada, se deteriora y provoca dificultades en la sintomatología y tratamiento del trastorno. Por su parte, los hijos con TDAH se resienten de la falta de sensibilidad que achacan a sus padres.

De todo ello se puede concluir que existe una evidente relación entre TDAH y apego inseguro. El modelo de apego de los niños con este trastorno se identifica por una fuerte expresividad emocional y el descontrol de los afectos. Ambas son características que definen el vínculo ansioso-ambivalente y el desorganizado, un contexto que complica el TDAH.

La intervención en la relación paternofilial para mejorar el TDAH

De lo anteriormente expuesto se desprende la necesidad de plantear intervenciones sobre la relación entre padres y niños con TDAH, en los casos en los que se detecten estilos de apego inseguro. Este tipo de intervención facilita un enfoque psicoterapéutico más personalizado y efectivo, combinado con los tratamientos médicos estándar y las estrategias y técnicas psicológicas que ya existen para este trastorno.

Corregir el estilo de apego inadecuado puede resultar muy beneficioso para la evolución favorable de este trastorno. Básicamente, la intervención sobre el estilo de apego consiste en fomentar la sensibilidad de los padres, hacerles conscientes de la importancia de la seguridad en el apego, y en enseñarles cómo regular de forma positiva la relación con su hijo.

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