El vínculo entre madre-hijo durante la edad temprana puede ser un factor favorecedor o preventivo de problemas de salud mental. El desarrollo de alteraciones relacionadas con la función de la alimentación puede estar directamente relacionado con el estilo de apego construido entre la madre y el niño/a.

Una madre que se siente insatisfecha con su cuerpo, con hábitos alimentarios anoréxicos o bulímicos, puede llegar a interferir seriamente en la alimentación de sus hijos y contribuir al desarrollo de un trastorno de este tipo, sobre todo si existen otros factores emocionales de vulnerabilidad.

La influencia del vínculo en los patrones de alimentación

Como hemos visto en otros artículos, existen una serie de estilos de apego que fueron definidos por John Bowlby, el principal impulsor de esta teoría.

Los trastornos alimentarios se relacionan normalmente con estilos de apego inseguro, que suelen tener como rasgo la inestabilidad emocional del individuo. El desarrollo de vínculos angustiantes tiene una clara repercusión en el desarrollo de alteraciones psicopatológicas.

Los planteamientos y hallazgos de otros autores, como Winnicott y Mahler, nos demuestran también que las perturbaciones que se producen durante el desarrollo temprano se traducen en problemas de conducta y alteraciones de la personalidad.

En los trastornos de alimentación, sobre todo anorexia y bulimia nerviosa, se observa la alteración del proceso de separación e individuación entre madres e hijas. El vínculo creado no ha permitido la autonomía del hijo o hija, que funciona dentro de un todo con su madre. Muchos niños están involucrados en exceso con sus madres. La imposibilidad de lograr esa autonomía por medio de un vínculo sano lleva a conductas como las observadas en los trastornos de alimentación.

Los estilos de apego como factores de riesgo de trastornos alimentarios

Existen una serie de factores de riesgo referidos al vínculo de las madres o familia respecto a sus hijos/as que pueden favorecer el desarrollo de este tipo de trastornos. Entre otros, destacan los siguientes:

  • Historia familiar de trastornos de alimentación y obesidad
  • Enfermedades afectivas o alcoholismo
  • La actitud de la madre durante el embarazo y la lactancia
  • Restricciones de los padres en su alimentación, conductas irregulares de alimentación
  • La autopercepción, baja autoestima, insatisfacción con la imagen corporal
  • Control de su peso y su figura
  • Prejuicios hacia la silueta de sus hijas
  • Preocupación excesiva por el peso propio o el de sus hijas
  • Sentimientos negativos transmitidos a las niñas durante las comidas
  • Sobreprotección de los hijos que llega a interferir en su autonomía

La consideración del estilo de apego para el tratamiento y la prevención de estos trastornos

Como hemos visto, los estudios demuestran que los patrones de apego desarrollados dentro del vínculo madre-hijo influyen sobre la aparición de desórdenes del comportamiento alimentario.

Así pues, son muy útiles para entender el desarrollo de este tipo de trastornos.

No obstante, también tienen gran importancia para su prevención con mujeres que han padecido o padecen este tipo de alteraciones y van a ser madres.

Por otro lado, otra conclusión relevante de la investigación es la conveniencia de incluir en el tratamiento a las madres y a las familias de personas con trastornos de la conducta alimentaria.  

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