La ansiedad y la angustia son dos términos que a menudo se utilizan indistintamente en el lenguaje coloquial, pero en psicología tienen significados específicos y diferenciados. Ambos conceptos hacen referencia a estados emocionales intensos que pueden causar malestar, pero tienen características distintivas que los separan. En este artículo exploraremos en profundidad las diferencias entre la ansiedad y la angustia, sus causas, síntomas y posibles tratamientos.

Ansiedad

La ansiedad es una respuesta natural del organismo ante situaciones percibidas como amenazantes o estresantes. Es una emoción normal que todos experimentamos en ciertos momentos de la vida, y puede ser adaptativa, ya que nos prepara para hacer frente a los desafíos y peligros. Sin embargo, cuando la ansiedad se vuelve excesiva, persistente e interfiera en la vida cotidiana de una persona, puede convertirse en un trastorno de ansiedad.

Síntomas de ansiedad

Los síntomas de la ansiedad pueden manifestarse a nivel físico, cognitivo y emocional. Algunos de los síntomas físicos más comunes incluyen taquicardia, sudoración, dificultad para respirar, temblores, molestias estomacales y tensión muscular. A nivel cognitivo, una persona con ansiedad puede experimentar pensamientos intrusivos, preocupaciones excesivas, dificultad para concentrarse y problemas de memoria. En el plano emocional, la ansiedad puede provocar irritabilidad, inquietud, miedo intenso y sensación de descontrol.

Causas de la ansiedad

La ansiedad puede tener múltiples causas, que van desde factores genéticos y biológicos hasta experiencias traumáticas o estresantes. La predisposición genética, desequilibrios químicos en el cerebro, factores ambientales, eventos traumáticos o situaciones de estrés prolongadas pueden desencadenar la ansiedad. Además, factores como la personalidad, el estilo de afrontamiento y el entorno social también pueden influir en la aparición y desarrollo de la ansiedad.

Tratamiento de la ansiedad

El tratamiento de la ansiedad puede involucrar una combinación de terapias psicológicas, medicamentos y cambios en el estilo de vida. La terapia cognitivo-conductual (TCC) es una de las opciones más efectivas para abordar la ansiedad, ya que ayuda a identificar y modificar los pensamientos irracionales y los comportamientos disfuncionales. Los medicamentos, como los antidepresivos o ansiolíticos, pueden ser recetados en casos más graves de trastornos de ansiedad. Asimismo, practicar técnicas de relajación, ejercicio regular, mantener una dieta equilibrada y dormir adecuadamente pueden contribuir a reducir los niveles de ansiedad.

Angustia

A diferencia de la ansiedad, la angustia se caracteriza por ser una emoción intensa y desagradable que surge frente a una amenaza inminente o una situación de peligro. La angustia se experimenta como una sensación de desasosiego, opresión en el pecho, miedo intenso e inminencia de un daño inminente. Es una emoción más aguda y específica que la ansiedad, y suele estar vinculada a experiencias emocionales intensas y eventos traumáticos.

Síntomas de angustia

Los síntomas de la angustia pueden ser similares a los de la ansiedad, pero se caracterizan por su intensidad y brevedad. Las personas que experimentan angustia pueden presentar palpitaciones, sensación de ahogo, mareos, temblores, sudoración profusa y cambios en la percepción de la realidad. A nivel emocional, la angustia se manifiesta como un miedo abrumador, sensación de peligro inminente y pérdida de control emocional.

Causas de la angustia

La angustia puede estar asociada a eventos traumáticos, amenazas inminentes o situaciones extremadamente estresantes. En muchos casos, la angustia se desencadena por la percepción de una inminente pérdida o daño, ya sea físico o emocional. Las personas que han vivido experiencias traumáticas en el pasado pueden ser más susceptibles a experimentar episodios de angustia en situaciones que rememoren el evento traumático.

Tratamiento de la angustia

El tratamiento de la angustia puede requerir la intervención de un profesional de la salud mental para abordar las causas subyacentes y aprender estrategias para manejar la emoción de manera más efectiva. La terapia de exposición, la terapia cognitivo-conductual y la terapia de desensibilización y reprocesamiento por movimientos oculares (EMDR) son algunas de las modalidades terapéuticas que pueden ser útiles en el tratamiento de la angustia. En casos graves, la combinación de terapia psicológica con medicamentos ansiolíticos puede ser necesaria para controlar los síntomas agudos de angustia.

En resumen, la ansiedad y la angustia son dos experiencias emocionales distintas, aunque relacionadas, que pueden tener un impacto significativo en la vida de una persona. Comprender las diferencias entre estos dos conceptos puede ser fundamental para identificar y abordar adecuadamente los síntomas emocionales y cognitivos asociados. Si experimentas ansiedad o angustia de manera recurrente y afecta tu vida diaria, es importante buscar ayuda profesional para recibir un tratamiento adecuado y mejorar tu bienestar emocional y mental.