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Cómo entendemos la infancia
La infancia es un tesoro, un lugar mágico, es juego, descubrimiento, ilusión, espontaneidad, exploración, es la oportunidad para desarrollarnos como seres humanos en armonía. En la infancia también hay dolor, pérdida, abandono, etc. En Mentes Abiertas amamos la infancia y deseamos con nuestro proyecto rescatar la chispa de las niñas y niños con los que trabajamos y aprendemos día a día.
Cómo guías de nuestra propia vida y la de nuestros hijos, todos hemos sido conscientes alguna vez de lo complejo de venir al mundo sin libro de instrucciones. Somos un barco que por momentos puede ir a la deriva de nuestras circunstancias, y no cabe duda de que todos navegamos, y enseñamos a navegar a nuestros hijos, lo mejor que sabemos.
Afortunadamente en los últimos años es mucho lo que se ha avanzado en el conocimiento del cerebro humano y su desarrollo: Venimos al mundo para conectar y relacionarnos con otros seres humanos. Estas conexiones nos ayudan a crecer, nos van dando una experiencia de quienes somos y cómo nos relacionamos, etc. Producen un moldeamiento neural (neuroplasticidad) que viene dado por la experiencia a lo largo de la vida: la experiencia de nuestra propia individualidad, la experiencia de nuestras relaciones con los otros, y la experiencia vicaria, es decir, lo que les ocurre a los demás visto desde nuestros ojos.
Pues bien, la infancia es el periodo sensible durante el cual el niño aprende quién es él, quiénes son los demás, qué esperar de sí mismo y de los otros, cuánto vale y qué merece, y cómo sentirse al respecto de todo ello. Nada más y nada menos. En la infancia, en los primeros años de vida, se sientan las bases de nuestra personalidad, en lugar de las reglas del juego.
A lo largo de los primeros años de vida, y a través de su relación con sus cuidadores más cercanos primero, y posteriormente también con sus iguales, se esbozan las respuestas a todas esas preguntas, y lo hace a través de un mecanismo de prueba-error para garantizarse la satisfacción y la regulación de sus necesidades físicas y emocionales (afecto, seguridad, cuidado, protección…) cuando es un bebé, y también de sus expectativas, a medida que se hace mayor.
Difícil tarea la de las madres y los padres, en Mentes Abiertas lo sabemos, y queremos ayudarles.
La evidencia científica nos muestra cómo los niños cuyos padres se relacionan con ellos desde la aceptación y el reconocimiento de las emociones y necesidades, a la vez que les sirven de modelo y guía (lo que en psicología llamamos “apego seguro”), dan lugar a adultos más saludables que sabrán aceptarse y reconocerse a sí mismos y a los demás, viviendo con naturalidad tanto las cosas buenas, como las frustraciones y las pérdidas que la propia vida comporta, origen de la mayor parte del sufrimiento psicológico en el ser humano.
El proyecto “AMA la infancia” pone al servicio de los niños y sus madres y padres, su conocimiento, cariño y experiencia porque, como decía Milton Erickson, “nunca es tarde para vivir una infancia feliz”.
Necesidades de:
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En AMA la infancia y la adolescencia somos sensibles a la importancia que tiene satisfacer las necesidades como forma de potenciar el desarrollo de nuestros niños y niñas. Entendemos dichas necesidades como el conjunto de aspectos básicos que cualquier persona debe tener cubiertos a lo largo de su vida, y que facilitan que pueda alcanzar su pleno desarrollo físico, emocional, racional y social.
Al hablar de necesidades infantiles hay algunas que parecen muy evidentes y solemos ver clara su importancia, nos referimos a las llamadas necesidades primarias o fisiológicas, aquellas de cuya satisfacción depende la supervivencia del niño o la niña, como la necesidad de alimento, de respirar, de abrigo, de beber agua… Dada la dependencia que caracteriza al ser humano en el momento del nacimiento, la satisfacción de dichas necesidades es responsabilidad de sus cuidadores, generalmente sus padres.
Pero el objetivo del ser humano no es la supervivencia, sino la búsqueda del desarrollo integral como persona, para alcanzar dicho objetivo consideramos que hay una serie de necesidades importantes a las que debemos atender para permitir el desarrollo y bienestar de los niños y niñas, el primer año de vida del ser humano es fundamental en cuanto a éste desarrollo, ya que el cerebro se va moldeando en gran parte por las experiencias que recibimos de nuestros cuidadores, y esas primeras experiencias predispone a un tipo de comportamientos u otros en función del tipo de experiencias vividas. Algunas de esas necesidades importantes son:
- Necesidad de ser mirado, escuchado y aceptados incondicionalmente.
- Necesidad de ser tocados con respeto y cariño.
- Necesidad de compartir tiempo de calidad.
- Necesidad de ser regulado emocionalmente.
- Necesidad de jugar, divertirse, ser estimulado y mover el cuerpo espontáneamente.
- Necesidad de refuerzo positivo.
- Necesidad de aprender rutinas saludables y autonomía.
- Necesidad de experimentar y curiosear pudiendo elegir y equivocarse.
- Necesidad de que le pongan límites con cariño.
- Necesidad de pertenencia al grupo.
Debido a la importancia de éstas y otras necesidades para que los niños crezcan y se desarrollen con una buena base de seguridad, consideramos fundamental dedicar tiempo en las sesiones a trabajar con los padres para mejorar la manera de detectar y cubrir dichas necesidades
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En AMA la infancia y la adolescencia somos sensibles a la importancia que tiene satisfacer las necesidades como forma de potenciar el desarrollo de nuestros adolescentes. Entendemos dichas necesidades como el conjunto de aspectos básicos que cualquier persona debe tener cubiertos a lo largo de su vida, y que facilitan que pueda alcanzar su pleno desarrollo físico, emocional, racional y social.
De esta forma, las necesidades se convierten en objetivos a alcanzar que están muy presentes en nuestras terapias. Por ello, orientamos el trabajo con los adolescentes y sus familias al desarrollo de capacidades que les permitan cubrir adecuadamente sus necesidades.
Durante este período vital, comprendido aproximadamente entre los 11-12 años y los 18-20, todos vivimos cambios naturales y necesarios para nuestro desarrollo. El cerebro adolescente evoluciona en función del ambiente donde se encuentra. En él se está dando un importante ajuste entre dos zonas: el sistema límbico (especialmente sensible en este período, y que nos impulsan a sentir las emociones de manera intensa, a relacionarnos con los iguales y a tomar riesgos); y la corteza prefrontal (que nos ayuda a tomar decisiones de manera meditada y a tener en cuenta las consecuencias de nuestras acciones, y que está aún en pleno desarrollo en la adolescencia).
Esta evolución, más allá de tópicos y estereotipos, sitúa al adolescente en un punto muy especial: a medio camino entre seguir siendo aún dependiente de sus padres a la hora de cubrir algunas de sus necesidades y su deseo natural de ser autónomo e independiente. Se está produciendo, pues, la necesaria transición entre la infancia y la edad adulta.
Y en esa transición surgen una serie de necesidades básicas que se unen a muchas de las señaladas en el apartado “necesidades de niños y niñas”. Especificamos a continuación las que consideramos que dan sentido al desarrollo en esta etapa:
- Necesidad de un entorno seguro, afectuoso, protector y sensible a sus demandas
- Necesidad de recibir reconocimiento por sus logros
- Necesidad de contención mediante límites razonados y puestos con cariño
- Necesidad de comprender y regular sus cambios físicos y emocionales
- Necesidad de crear nuevos vínculos afectivos (grupo de iguales; pareja).
- Necesidad de mantener vínculos seguros con sus adultos significativos (padres, otros familiares, profesores, entrenadores…).
- Necesidad de una adecuada educación para la salud, el bienestar y el desarrollo personal
- Necesidad de desarrollar el pensamiento abstracto, cultivar su mundo interior y su creatividad
- Necesidad de consolidar un marco moral y ético
- Necesidad de participar cada vez más en los grupos en los que se desarrollan (familia, escuela, grupo de iguales).
- Necesidad de incrementar progresivamente su autonomía.
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La familia, con los padres y madres a la cabeza, es el entorno principal en el que nos desarrollamos durante las primeras fases de nuestra vida. En ellas, vamos adquiriendo progresivamente mayor autonomía hasta alcanzar la edad adulta, en la que nos convertimos en personas independientes con capacidad para emanciparnos. Por tanto, bebés, niños/as y adolescentes son seres dependientes que precisan que sus padres, madres y/o cuidadores puedan satisfacer adecuadamente sus necesidades.
Entendemos necesidades como el conjunto de aspectos básicos que cualquier persona debe tener cubiertos a lo largo de su vida, y que facilitan que pueda alcanzar su pleno desarrollo físico, emocional, racional y social. De esta forma, las necesidades se convierten en objetivos a alcanzar que están muy presentes en nuestras terapias.
En AMA la infancia y la adolescencia entendemos que es básico ofrecer a padres y madres un espacio terapéutico que apoye su labor durante la crianza. En él, es prioritario atender las necesidades de los progenitores relacionadas directamente con sus funciones parentales. Y, más allá de este papel, también consideramos esencial ayudarles a responder a sus propias necesidades individuales, las que tienen que ver con su desarrollo y crecimiento personal y que nos acompañan a lo largo de toda nuestra vida.
Partiendo de esta base, consideramos que estas son algunas de las necesidades fundamentales a tener en cuenta en nuestro trabajo con padres y madres:
- Necesidad de potenciar su autoestima, su autoconcepto y sus recursos personales como padres y madres
- Necesidad de espacios en los que expresar dudas y recibir guía y apoyo sobre la crianza de sus hijos/as
- Necesidad de estimular una actitud tolerante y receptiva ante las necesidades de sus hijos/as
- Necesidad de un tiempo gratuito de conexión y comunicación con los niños y niñas
- Necesidad de estrategias de autorregulación emocional al interactuar con sus hijos/as
- Necesidad de establecer límites consistentes con cariño y firmeza
- Necesidad de destrezas de negociación y resolución de conflictos con sus hijos/as
- Necesidad de orientación sobre cómo satisfacer sus propias necesidades básicas de (ejercicio físico, descanso, alimentación, relajación, placer personal…).
- Necesidad de espacios para el cuidado y enriquecimiento de la pareja
- Necesidad de gestionar eficazmente las relaciones con la familia extensa
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Actualmente no ofrecemos el servicio de terapia infantil