En la vida, a menudo nos encontramos con situaciones en las que sentimos que no tenemos lo que merecemos. Ya sea en el ámbito laboral, en las relaciones personales o en cualquier otra área, es común experimentar la sensación de que nuestras expectativas no se cumplen. Sin embargo, la clave para comprender esta realidad radica en la idea de que no siempre tenemos lo que merecemos, pero sí tenemos lo que construimos.
La paradoja de merecer y construir
La noción de merecimiento se basa en la idea de que nuestras acciones y cualidades deberían ser recompensadas de acuerdo a un criterio de justicia o equidad. Cuando pensamos en términos de merecimiento, solemos relacionarlo con la idea de recibir algo de valor como producto de nuestro esfuerzo, comportamiento o cualidades innatas. Sin embargo, la realidad nos muestra que no siempre obtenemos lo que creemos merecer.
Por otro lado, la idea de construcción se refiere al proceso activo y continuo de crear, desarrollar y fortalecer aspectos de nuestra vida, ya sea a nivel personal, profesional o emocional. Construir implica un trabajo constante, dedicación y voluntad de mejorar, adaptarse y crecer. A diferencia del merecimiento, la construcción no se limita a la expectativa de recibir algo externo, sino que implica un compromiso interno de automejora y desarrollo.
El papel de la percepción
Una de las razones por las que podemos sentir que no tenemos lo que merecemos es la influencia de nuestra percepción en cómo valoramos nuestras acciones y logros. En ocasiones, tendemos a sobrevalorar nuestro esfuerzo y subestimar el de los demás, lo que puede llevarnos a sentirnos injustamente tratados cuando no obtenemos lo que creemos merecer. Esta percepción sesgada puede generar frustración, resentimiento y descontento.
Por otro lado, cuando adoptamos una perspectiva centrada en la construcción, somos más conscientes de nuestro papel activo en el proceso de alcanzar nuestras metas y objetivos. En lugar de esperar que las recompensas lleguen de forma automática o externa, nos comprometemos a trabajar en nuestra propia mejora y crecimiento, asumiendo la responsabilidad de construir el futuro que deseamos.
La importancia de la acción
Mientras que el merecimiento puede estar vinculado a la idea de recibir algo sin necesidad de acción directa por nuestra parte, la construcción requiere un compromiso activo y constante. Esta diferencia fundamental entre ambas concepciones nos lleva a reflexionar sobre la importancia de la acción en la consecución de nuestros objetivos.
La acción es la piedra angular sobre la que se construye todo logro significativo. Sin acción, no hay progreso ni avance. Por mucho que creamos merecer ciertas recompensas o resultados, si no nos comprometemos a dar los pasos necesarios para alcanzarlos, simplemente quedaremos estancados en un estado de espera perpetua.
La dualidad de merecimiento y construcción en la psicología
Desde una perspectiva psicológica, la dicotomía entre merecimiento y construcción puede ser abordada desde diversas teorías y enfoques. Algunos aspectos clave a considerar incluyen la autoeficacia, el locus de control y la autodeterminación, entre otros conceptos fundamentales en psicología.
Autoeficacia y merecimiento
La teoría de la autoeficacia de Albert Bandura se centra en la creencia en la propia capacidad para llevar a cabo acciones que produzcan efectos deseados. La autoeficacia está estrechamente relacionada con la sensación de merecer ciertas recompensas y resultados en función de nuestro desempeño y esfuerzo. Cuando confiamos en nuestra capacidad para lograr objetivos, tendemos a sentir que merecemos los frutos de nuestros logros.
Sin embargo, la autoeficacia no garantiza per se la obtención de lo que creemos merecer, ya que otras variables y circunstancias pueden influir en el resultado final. En este sentido, es importante reconocer que la autoeficacia se basa en la creencia en nuestra capacidad para influir en nuestro entorno, pero no en la certeza de obtener siempre lo que queremos o creemos merecer.
Locus de control y construcción
El concepto de locus de control se refiere a la percepción que tenemos sobre la influencia que ejercemos en los eventos de nuestra vida. Aquellas personas con un locus de control interno tienden a atribuir sus logros y fracasos a su propio esfuerzo y habilidades, asumiendo la responsabilidad de construir su destino. Por el contrario, quienes poseen un locus de control externo tienden a atribuir su suerte o falta de éxito a factores externos, como la suerte o el destino.
En el contexto de la construcción, el locus de control interno juega un papel fundamental, ya que implica una orientación hacia la acción y la responsabilidad personal en la consecución de metas y objetivos. Aquellas personas que internalizan el control sobre su vida tienden a enfocarse en la construcción continua de sí mismas, asumiendo un papel activo en la creación de su realidad.
Autodeterminación y equilibrio
La teoría de la autodeterminación plantea la importancia de la motivación intrínseca, es decir, el impulso interno que nos lleva a realizar actividades por el simple placer de hacerlas, en lugar de buscar recompensas externas. Cuando nos guiamos por la autodeterminación, tendemos a enfocarnos en la construcción de nuestro bienestar emocional y la satisfacción personal, en lugar de depender exclusivamente de la idea de merecer ciertas recompensas o reconocimientos.
En este sentido, el equilibrio entre el merecimiento y la construcción radica en la capacidad de reconocer que, si bien es importante sentir que nuestras acciones y esfuerzos son valorados y recompensados, también es fundamental asumir la responsabilidad de construir nuestro propio camino y destino, independientemente de las expectativas externas.
Aplicaciones prácticas en la vida cotidiana
A nivel individual, la integración de la dualidad entre merecimiento y construcción puede tener un impacto significativo en diversos aspectos de nuestra vida, desde la gestión del tiempo y el trabajo hasta las relaciones interpersonales y el desarrollo personal.
Gestión del tiempo y el esfuerzo
En el ámbito laboral y académico, la percepción del merecimiento puede influir en cómo valoramos nuestro esfuerzo y dedicación. Si creemos que merecemos ciertas recompensas o reconocimientos sin necesidad de esforzarnos, es probable que nos sintamos frustrados ante la falta de resultados esperados. Por el contrario, cuando adoptamos una mentalidad de construcción, nos comprometemos a trabajar de manera constante y disciplinada para alcanzar nuestras metas, independientemente de la gratificación inmediata.
La gestión del tiempo y el esfuerzo se vuelve más efectiva cuando reconocemos que la construcción de habilidades y conocimientos requiere un compromiso sostenido y una actitud proactiva. En lugar de depender exclusivamente de la idea de merecimiento, nos enfocamos en aprender, mejorar y crecer a través del trabajo constante y la dedicación.
Relaciones interpersonales y empatía
En el ámbito de las relaciones interpersonales, la dualidad entre merecimiento y construcción puede manifestarse en la forma en que percibimos las acciones y comportamientos de los demás. Si nos centramos exclusivamente en la idea de merecer ciertas actitudes o tratos por parte de los demás, es probable que nos sintamos decepcionados o resentidos cuando estas expectativas no se cumplen.
Por el contrario, cuando practicamos la empatía y la comprensión hacia los demás, tendemos a enfocarnos en construir relaciones saludables y significativas, basadas en el respeto mutuo y la comunicación abierta. La construcción de relaciones de calidad implica un esfuerzo constante por parte de ambas partes, en lugar de depender exclusivamente de la idea de merecimiento.
Conclusión
En última instancia, la dualidad entre merecimiento y construcción nos invita a reflexionar sobre nuestras creencias, actitudes y acciones en la vida. Si bien es natural desear ser reconocidos y recompensados por nuestro esfuerzo y dedicación, es igualmente importante recordar que la verdadera satisfacción y realización personal provienen de la capacidad de construir una vida significativa y plena, independientemente de lo que creemos merecer.
Al integrar la noción de construcción en nuestro día a día, nos comprometemos a asumir la responsabilidad de nuestro propio crecimiento y desarrollo, en lugar de depender exclusivamente de la idea de merecimiento. La construcción activa de nuestro camino y destino nos empodera, nos motiva y nos brinda la oportunidad de alcanzar nuestro potencial máximo, más allá de las limitaciones autoimpuestas por la mera expectativa de merecer ciertas recompensas.