El término "estrés" es común en nuestro vocabulario cotidiano y muchas veces se utiliza de manera general para referirse a situaciones de presión o malestar emocional. Sin embargo, en el ámbito de la psicología, existen distintos tipos de estrés que es importante diferenciar: eustrés, distrés y estrés. Cada uno de estos conceptos tiene características particulares que influyen en cómo reaccionamos a las demandas y desafíos que enfrentamos en nuestra vida diaria.
Eustrés
Comencemos por explorar el concepto de eustrés, un término que quizás no es tan conocido como el estrés convencional. El eustrés se refiere a una forma de estrés que es positiva y beneficiosa para el individuo. A diferencia del estrés negativo, el eustrés surge en situaciones en las que percibimos un desafío que podemos afrontar y que nos motiva a dar lo mejor de nosotros mismos. Este tipo de estrés puede ser estimulante y energizante, llevándonos a alcanzar metas y desempeñarnos de manera óptima en diferentes áreas de nuestra vida.
El eustrés, a diferencia del distrés, no está asociado a sentimientos abrumadores de ansiedad o desesperanza, sino que se experimenta como un impulso positivo que nos ayuda a mantenernos activos y enfocados en nuestras metas. Por ejemplo, la emoción que sentimos antes de dar una presentación importante o enfrentar un desafío deportivo puede ser considerada como eustrés, ya que nos ayuda a estar alerta y concentrados en la tarea que tenemos por delante.
Características del eustrés:
- Percepción del desafío como estimulante
- Capacidad de afrontamiento y adaptación positiva
- Mayor energía y motivación
- Resultados satisfactorios y sensación de logro
Distrés
Por otro lado, el distrés se refiere al tipo de estrés que solemos asociar de manera más común con la palabra "estrés". El distrés es una respuesta emocional negativa ante situaciones percibidas como amenazantes, desbordantes o incontrolables. Cuando experimentamos distrés, es probable que nos sintamos abrumados, ansiosos, irritables o desesperanzados, lo que puede afectar negativamente nuestra salud física y mental.
El distrés puede ser provocado por situaciones de conflicto, pérdidas, presión excesiva o cambios bruscos en nuestra vida. Es importante reconocer el distrés y aprender a gestionarlo de manera efectiva para prevenir efectos nocivos en nuestro bienestar. El apoyo social, la práctica de técnicas de relajación y el establecimiento de límites saludables son estrategias que pueden ayudarnos a manejar el distrés de manera más adecuada.
Características del distrés:
- Respuesta emocional negativa (ansiedad, irritabilidad, desesperanza)
- Impacto en la salud física y mental
- Sensación de abrumamiento
- Dificultad para afrontar las demandas
Estrés
Por último, el estrés es un término más amplio y general que engloba tanto al eustrés como al distrés. El estrés se define como la respuesta fisiológica y psicológica ante estímulos internos o externos que percibimos como amenazantes o desafiantes. Esta respuesta de estrés puede desencadenar una serie de reacciones en nuestro cuerpo, como la liberación de hormonas de estrés (como el cortisol y la adrenalina), el aumento de la frecuencia cardíaca y la activación del sistema nervioso simpático.
Es importante señalar que no todo estrés es necesariamente negativo, ya que como mencionamos anteriormente, el eustrés puede ser beneficioso en ciertas circunstancias. Sin embargo, cuando el estrés se vuelve crónico o abrumador, puede tener efectos perjudiciales en nuestra salud y bienestar a largo plazo. Por ello, es fundamental aprender a identificar nuestras fuentes de estrés, desarrollar estrategias de afrontamiento efectivas y buscar apoyo profesional si es necesario.
Impacto del estrés:
- Desencadenamiento de respuestas fisiológicas de alerta y defensa
- Potencial beneficioso o perjudicial según su intensidad y duración
- Relación con el desarrollo de enfermedades físicas y mentales
- Necesidad de gestionar de manera adecuada para prevenir efectos nocivos
En resumen, el eustrés, el distrés y el estrés son conceptos que nos permiten comprender mejor las distintas formas en que reaccionamos ante las demandas y desafíos de nuestra vida. Reconocer la diferencia entre estos tipos de estrés nos brinda la oportunidad de desarrollar estrategias de afrontamiento más efectivas y promover nuestro bienestar emocional y físico en el día a día.