Es algo que a menudo se olvida: el estilo de vida y los hábitos saludables son fundamentales para una buena salud mental. Con frecuencia relacionamos la salud solo con el ámbito físico relacionado con nuestro cuerpo.
A pesar del popular aserto clásico latino “Mens sana in corpore sano”, todavía hay gente que no relaciona los hábitos de alimentación, descanso, ejercicio físico, consumo de tabaco, alcohol, etc., con el mantenimiento de su equilibrio psicológico. Por suerte, la percepción está cambiando y empieza a haber una mayor concienciación de la necesidad de llevar un estilo de vida saludable para tener un rendimiento psíquico y emocional adecuados.
¿Qué se entiende por un estilo de vida saludable?
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), la salud es un estado completo de bienestar físico, mental y social. El estilo de vida saludable se refiere al conjunto de comportamientos que lo hacen posible. Abarca aspectos tan variados (y a la vez relacionados entre sí) como la alimentación, el ejercicio físico, el trabajo, la vida social, la prevención de la salud y la relación con el medioambiente.
La misma OMS recomienda seguir un estilo de vida saludable que cuide todos estos aspectos. Si nuestro estado psicológico es bueno, esto repercutirá en nuestro estado físico. Y viceversa.
Los mejores hábitos saludables para la salud psicológica
Alimentación
Es indispensable seguir una dieta equilibrada que incluya todos los macronutrientes necesarios (grasas, hidratos de carbono y proteínas) y micronutrientes (vitaminas y minerales) para que el organismo funcione correctamente y sea capaz de prevenir posibles enfermedades. Cada persona tiene unas necesidades nutricionales concretas dependiendo de su nivel de actividad física, su edad y su estado de salud.
En este sentido es fundamental mantener horarios regulares de comida, comer sin prisas, aumentar el consumo de fruta y verdura y reducir el de azúcar y grasas, sobre todo saturadas.
La hidratación es otro aspecto esencial. Se recomienda beber abundante agua a lo largo de toda la jornada.
Ejercicio físico
La OMS recomienda realizar 150 minutos semanales de actividad física moderada en el caso de las personas adultas. Asimismo, se aconseja llevar un estilo de vida activo que ayude a equilibrar la energía que ingerimos mediante la alimentación y la que quemamos.
De esta forma, mantendremos la salud de nuestro sistema musculoesquelético y contribuiremos a la prevención de distintas enfermedades, como la hipertensión y el colesterol.
Al respecto, dentro de lo posible, es conveniente reducir el tiempo frente al ordenador o la televisión y evitar un estilo de vida sedentario. Caminar, bailar, practicar yoga, nadar… procura incorporar alguna de estas actividades a tu vida cotidiana.
Descanso
La falta de sueño puede provocar mal humor, cansancio, un bajo estado de ánimo y, en casos extremos, como el insomnio, suele ser un síntoma de depresión y detonante de diferentes psicopatologías. Se recomienda dormir entre 7 y 8 horas cada noche.
Higiene personal
Una higiene adecuada nos servirá para prevenir infecciones y otras patologías, resultantes de unos hábitos de aseo y limpieza perjudiciales.
Hábitos perjudiciales
El consumo de café, tabaco, alcohol y drogas afectan de forma muy perjudicial a nuestra salud.
Contaminación ambiental
La polución y los productos tóxicos que nos llegan a través del aire que respiramos son también nocivos.
Vida social
“El ser humano es un animal social por naturaleza” es otra frase clásica del filósofo griego Aristóteles. Esa dimensión social la vamos desarrollando durante toda nuestra vida, ya que necesitamos de otros semejantes para llevarla a cabo. Y es indispensable para el buen funcionamiento psicológico. Un estado de aislamiento tiene consecuencias muy graves para las personas.
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