Matrescencia: cambios cerebrales durante la maternidad

La maternidad es una etapa maravillosa, llena de amor y responsabilidad, pero también de cambios físicos y emocionales en la vida de una mujer. Ya sea biológica o adoptiva, desde el principio las madres experimentan una nueva perspectiva de la realidad y del mundo, una suerte de renacimiento. Este fenómeno denominado matrescencia es quivalente a lo que es la adolescencia, es un cambio total y abrupto, una nueva fase en la que se da una reestructuración cerebral que prepara a la mujer para la maternidad. Durante este período de transición, numerosos cambios ocurren en el cerebro de la madre, desde la reorganización neural hasta las fluctuaciones hormonales. Aquí rompemos la barrera y exploramos los fascinantes cambios cerebrales que ocurren durante la maternidad.

Reducción del volumen cerebral

Normalmente, al hablar de crecimiento cerebral, uno puede pensar que es un índice de crecimiento, sin embargo, lo opuesto es cierto cuando se trata de la maternidad. Estudios de resonancia magnética (MRI) indican que las mujeres experimentan una disminución de volumen cerebral después del embarazo. Aunque puede parecer alarmante, no hay de qué preocuparse; de hecho, este encogimiento es saludable y completamente normal.

Resincronización

La disminución en el tamaño se produce particularmente en las regiones límbicas y prefrontales, responsables de las competencias sociales, afectivas y emocionales. Esta reducción es en realidad una resincronización y una eficiencia cerebral. Puedes imaginarlo como deshacerte de los datos redundantes almacenados en tu ordenador para liberar espacio y conseguir un funcionamiento más suave y rápido. La madre está ganando un modo de funcionamiento cerebral más centrado y eficiente, adaptado a las necesidades de sus hijos.

Cambios estructurales y hormonales

Además de la reducción del volumen cerebral, las primeras etapas de la maternidad pueden llevar a otros cambios neurológicos. Durante y después del embarazo, principalmente en el tercer trimestre y en el primer mes después del nacimiento, hay una proliferación de receptores de oxitocina en el cerebro.

Oxitocina: La hormona del amor

La oxitocina, también conocida como la hormona del amor, juega un papel significativo tanto en el comportamiento maternal como en el vínculo madre-bebé. La oxitocina modula varias regiones cerebrales principales en la empatía y el reconocimiento social, llevando a un vínculo más cercano y personal con el bebé. También, la misma hormona ayuda en el manejo del estrés durante las interacciones sociales y es crucial en el proceso de parto y lactancia.

Plasticidad cerebral

También hay evidencia de una impresionante plasticidad cerebral durante la maternidad, particularmente en la hipertrofia del hipocampo. Esta área, responsable de la memoria y el aprendizaje, se expande durante la maternidad y explica por qué las madres recuerdan vívidamente los eventos relacionados con sus hijos, incluso muchos años después.

Adaptaciones emocionales

Acompañando a estos cambios en el cerebro, también se producen adaptaciones emocionales y psicológicas que preparan a la madre para su tarea de criar a un hijo. Uno de los aspectos más desafiantes es manejar los altibajos emocionales que vienen con la maternidad, pero estos cambios cerebrales juegan un papel esencial en esa adaptación.

En resumen, esta matrescencia...

La matrescencia, este viaje fascinante hacia la maternidad, es un viaje de transformación interna que refleja cambios externos. Durante este periodo, el cerebro de la madre se adapta para cuidar, proteger y amar a su nuevo hijo. Se propone que estos cambios, incluida la reducción del volumen cerebral, los cambios en las hormonas cerebrales y la expansión de áreas clave del cerebro, son esenciales para lidiar con los desafíos y exigencias de la maternidad. Cualquier trastorno hormonal o alteración de este desarrollo puede provocar trastornos emocionales o problemas en el vínculo madre-hijo.

Por lo tanto, es indispensable que durante el embarazo y la maternidad, las mujeres sean respaldadas, atendidas y comprendidas. En esta etapa de su vida, están pasando por intensos cambios cerebrales que las preparan para acoger a un nuevo ser en su vida, esos cambios merecen respeto y cuidado. La sociedad, en conjunto, debe asegurarse de que cada madre obtenga el apoyo que necesita para manejar estos cambios y disfrutar del viaje de la maternidad.