¿Te cuesta poner límites en tu vida personal, laboral o social? ¿Sabes decir no? ¿Te sientes culpable si lo haces o rechazas cualquier propuesta? Si es así, no estás atendiendo a tus verdaderas necesidades, quizá estés priorizando las de los demás sobre las tuyas. Tal vez tengas miedo al rechazo…
Si nos hacemos cargo de todo o tenemos una sobreimplicación en los problemas de los demás, no estamos poniendo límites.
¿Qué es poner límites?
Básicamente, en Psicología se entiende “poner límites” como el hecho de expresar claramente a los demás qué necesitamos y qué es lo que queremos. Siempre teniendo en cuenta también las necesidades y deseos de los demás.
Es decir, poniendo límites establecemos fronteras que no queremos que sean cruzadas por los demás. Ponemos barreras de autoprotección en los momentos adecuados, estamos en nuestro derecho. Es una obligación que contraemos con nosotros mismos, que nos permite ponernos a salvo de abusos y atender a nuestras propias necesidades.
Nuestros límites incluyen el lugar físico, mental y emocional donde nos sentimos a salvo, nuestro refugio particular.
Poner límites puede considerarse un acto de amor, de la persona hacia sí misma y también hacia los demás.
Es un proceso que requiere constancia y en el que se suele avanzar de manera gradual, poco a poco.
No confundamos establecer límites con ser egoístas. Se trata más bien de alcanzar un equilibrio.
¿Qué beneficios aporta poner límites?
- Mayor autoconocimiento
- Mayor respeto por uno mismo
- Aumento de autoestima
- Relaciones más saludables, más equilibradas
- Potenciamos el bienestar personal
- Mayor seguridad en uno mismo y responsabilidad
Cómo establecer límites
Identifica tus límites
Un paso previo necesario para poder marcar límites es saber identificarlos. Para ello, es preciso que conozcas tus emociones, tus necesidades, qué cosas aceptas en tu vida y cuáles no, qué te hace sentir bien, etc.
Acéptate
Bríndate tu propio afecto. A menudo, la sociedad nos transmite que la aceptación debe venir exclusivamente de fuera, pero esto no es cierto; además, es imposible gozar de la aprobación masiva. El amor y la aceptación deben vivir también en tu interior.
Ponte límites también a ti mismo
Establece tus propios acuerdos contigo mismo y respétalos, de forma que puedas ubicarte siempre en ese lugar mental o emocional en el que deseas estar.
Di no cuando lo necesites
Aprende a responder con asertividad, de forma amable y respetuosa, pero también firme y directa. Con claridad y empatía, aportando soluciones alternativas para resolver cualquier problema si lo consideras necesario.
No creas que por dar una negativa vas a perder el afecto de las personas o vas a generar un conflicto.
Toma tus propias decisiones
Los consejos y las recomendaciones pueden ser muy valiosos, pero no tienen categoría de reglas ni leyes. No tienes que esperar la aprobación de nadie para hacer algo, tú eres la persona que debe dirigir tu vida.
¿Sabes recibir y entender los límites de los demás?
Del mismo modo que nosotros establecemos unos límites, tenemos que aceptar y respetar los límites que nos ponen los demás, recibirlos sin ofendernos, es un ejercicio de pura coherencia con uno mismo.
No debemos interpretar que estamos siendo rechazados. No están haciéndote de menos ni quitándote importancia, simplemente debes entender que las personas tienen espacio para atenderse a ellas mismas y que no tienes derecho a intervenir en las vidas ajenas sin su permiso.
Si crees que puedes tener un problema en este sentido que afecta a tu vida psicoemocional, no dudes en buscar ayuda profesional.
Puedes solicitar cita previa para tratamiento aquí.