El criterio principal es experimentar un malestar que no se sabe cómo resolver; síntomas como ansiedad, tristeza, obsesiones, problemas sexuales, problemas de pareja, insomnio, ira o miedos que se mantienen en el tiempo indican que algo va mal y que es el momento de buscar soluciones.
Desafortunadamente, con frecuencia las personas buscan ayuda profesional cuando ya llevan mucho tiempo sufriendo y los problemas se han ido cronificando y generalizando.