El apego desorganizado vivido en la infancia es un claro predictor de problemas y trastornos emocionales y psicopatología en la vida adulta. De acuerdo con el modelo de estilos de apego propuesto por Bowlby, autor pionero de esta teoría, el apego es el lazo especial e innato del niño con sus cuidadores que influirá en el desarrollo psíquico y emocional del menor. La inconstancia, discontinuidad y baja calidad de esa relación, genera consecuencias negativas en dicho desarrollo y a lo largo de todo el ciclo vital.
El estilo de apego desorganizado origina graves problemas en la calidad de los vínculos afectivos y en la constitución del propio sentimiento de sí mismo.
¿Qué es el apego desorganizado?
Los cuatro patrones de apego se dividen de dos formas. Por una parte, está el modelo de apego seguro y el grupo de los inseguros (apego evitativo, ansioso ambivalente y desorganizado). Por otra parte, encontramos los apegos organizados (apego seguro, evitativo y ansioso ambivalente) y el apego desorganizado.
El apego desorganizado se caracteriza por sentimientos de temor hacia la figura de apego, derivada de sus experiencias negativas en esta relación (abusivas, agresivas, indiferentes o insensibles). No obstante, el niño busca la proximidad con la persona cuidadora (y la vez vive la contradicción que supone huir de ella), a pesar de esas malas experiencias, con lo cual el temor no desaparece y el papel de víctima continúa.
La cualidad de organización/desorganización es la que tiene mayor trascendencia para la asociación con una futura psicopatología. La principal diferencia entre los apegos organizados y desorganizados reside en que los primeros tienen una estrategia contra el estrés, que puede ser segura o insegura, con sus distintas implicaciones en cada caso. Sin embargo, el apego desorganizado carece de estrategia para enfrentarse a su desregulación emocional.
Este modelo desorganizado se distingue por una baja autoestima, conductas incoherentes, pérdida de contacto con la realidad y diferentes trastornos cognitivos.
¿Qué es el TLP?
El Trastorno Límite de la Personalidad (TLP) es un trastorno mental grave de carácter crónico, que se caracteriza por un patrón constante de inestabilidad en estados de ánimo y comportamientos inestables, así como en la autoimagen y relaciones interpersonales.
La dificultad para regular las emociones y pensamientos, las conductas impulsivas y las relaciones personales y sociales inestables son los rasgos más habituales que definen este trastorno.
Características del TLP asociadas al apego desorganizado
Los estudios indican que los apegos inseguros ambivalentes y desorganizados son los que predominan en personas con TLP. Otros incluso señalan que estos problemas de apego temprano son un factor causal de este trastorno, aunque para algunos es difícil enlazar esta teoría sobre el origen del TLP con la sintomatología concreta que presenta.
Según algunos aportes, sería el apego ambivalente el más frecuente en este tipo de patología. Sin embargo, son los apegos desorganizados los que muestran más gravedad en TLP.
Asimismo, se han investigado los déficits propios del apego desorganizado en relación con el TLP; por ejemplo, los déficits de mentalización y las dificultades en las relaciones sociales. Al respecto se ha encontrado que ambos parecen influir en el desarrollo del trastorno.
Por otro lado, el apego desorganizado se relaciona con los trastornos disociativos, según otros autores, y también los trastornos límite ingresados coinciden en que suelen padecer trastornos disociativos graves.
Del mismo modo, se tiene evidencia de que muchas personas con TLP han sido víctimas de abusos, abandonos o relaciones inestables durante la infancia, otra característica del apego desorganizado.
Así pues, los factores de apego familiar parecen tener importancia para el desarrollo del Trastorno Límite de la Personalidad, aunque hay que tener en cuenta otros factores, como los genéticos y biológicos.
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