El estilo de apego más adecuado es el apego seguro. De acuerdo con la teoría de los estilos de apego de John Bowlby este modelo es el que tiene un mejor pronóstico de estabilidad emocional. Se caracteriza por la confianza y la receptividad emocional del niño con la persona que lo cuida.
Por su parte, los estilos de apego inseguro están relacionados con la ansiedad y el miedo, y pueden llegar a desembocar en conductas disfuncionales. Por ejemplo, trastornos psicológicos y de la personalidad, desequilibrio emocional, mayor probabilidad de desarrollar conductas adictivas (drogas, juego…), etc.
Se calcula que en torno al 60% de la población se ajusta a lo que se considera un tipo de apego seguro, mientras que el 40% restante responde a patrones de apego inseguro.
¿Es posible convertir los apegos inseguros en seguros?
Los padres y madres pueden variar el estilo de apego de sus hijos y modificar el calificado como inseguro hacia modelos más adaptativos y eficientes. Existen algunas pautas que nos pueden servir para fomentar el apego seguro en nuestros hijos, o para reconducir tendencias que nos estén desviando de un tipo de relación saludable con ellos.
Con ellas, los comportamientos asociados no deseados se irán corrigiendo poco a poco, aunque puede llegar a ser un proceso muy largo dependiendo del punto de partida. Vamos a verlas a continuación.
Pautas para convertir los apegos inseguros en seguros
Transmitirle protección y seguridad
Ante la inmadurez del niño, debes ofrecerle aceptación incondicional, protección, seguridad y cariño.
Fomentar su autonomía
A la vez que se brinda esa protección, hay que equilibrarla con su autonomía, fomentar su curiosidad para descubrir el mundo. Debes esforzarte por entender sus necesidades para saber cuándo necesita protección y cuando ser más autónomo, para alcanzar un buen equilibrio.
Dedicarle tiempo de calidad
El niño quiere llamar nuestra atención y ser atendido. Es fundamental transmitirle que nos interesa lo que hace o nos enseña y proporcionarle un feedback sobre ello. En la medida de lo posible, hay que estar disponible. Jugad juntos.
Explicarle lo que no entiende
Los niños son muy curiosos y debemos ser capaces de ofrecer respuestas adaptadas a su edad y a su situación.
Establecer límites con sensibilidad
Poner límites es imprescindible para que evolucionen adecuadamente su desarrollo y autoestima. Pero siempre que digamos “no” es preciso hacerlo con una explicación coherente y sensible.
Sintonización emocional
El esfuerzo en este caso debe dirigirse a captar e identificar la emoción que está experimentado o sus necesidades, con empatía, dejando de lado nuestros deseos y expectativas que proyectamos en ellos.
Dar respuestas
Tras la sintonización emocional y el ejercicio empático, llega el momento de ofrecer la respuesta que mejor se ajuste a su necesidad.
Respeto a su expresión emocional
Respeta las emociones y permite su expresión. No obstante, hay que tener claro que las emociones son legítimas, pero existen conductas asociadas que no pueden ser aceptadas.
Muéstrale una conducta predecible y coherente
La incoherencia a la hora de relacionarse con un menor (por ejemplo, alguien que se muestra en ocasiones frío y distante y en otras comunicativo y empático) es desconcertante para este y genera apegos inseguros. Si el niño es capaz de anticiparse a nuestra reacción y le resulta predecible y coherente, le ayudará y le dará confianza.
No tener miedo a parecer vulnerable
Nuestro hijo puede vernos afectados, no debemos intentar ocultar que nos equivocamos. La vulnerabilidad, la humildad… son características que nos hacen humanos y nos ayudan a educar.
Empoderamiento
Empodera a tu hijo confiando y creyendo en su capacidad en diferentes ámbitos. Transmíteselo. El factor que mejor predice la calidad de vida futura es la autoestima, así que debes fomentarla.
Aceptación incondicional
Resume un poco todo lo anterior. Nuestro amor no está sujeto a ningún condicionante ni a ninguna expectativa.
Puedes solicitar cita previa para tratamiento aquí.