Características de un buen psicólogo

Las personas que se ponen en contacto conmigo para hacer terapia suele ser porque algún conocido me ha recomendado. "He preguntado por un buen psicólogo y me han dado tu teléfono". Cuando damos el paso a hacer psicoterapia, algo que suele asustar, necesitamos sentir y pensar que nos estamos poniendo en manos de alguien bueno que nos va a tratar bien. De un buen profesional. Por eso solemos preguntar y buscar referencias. En este artículo vamos a explorar qué es ser buen psicólogo y cuáles son sus características.

Índice

Habilidades de un buen psicólogo

Las habilidades que un psicólogo desarrolla a lo largo de su carrera profesional son el corazón del proceso terapéutico. Cada intervención, cada palabra y cada silencio es una oportunidad para que el cliente encuentre nuevas maneras de entender su mundo interno. Entre las habilidades más importantes, podemos destacar:

  • Escucha activa: El buen psicólogo sabe que escuchar va más allá de oír lo que el paciente dice. Escuchar implica estar presente en cuerpo y mente, captar los matices emocionales, los silencios y las contradicciones. Esto crea un espacio seguro donde la persona puede sentirse comprendida.
  • Comunicación clara: Saber cuándo intervenir y cómo hacerlo es esencial. Un buen psicólogo tiene la capacidad de transformar conceptos psicológicos complejos en ideas comprensibles para el paciente, lo que facilita su empoderamiento. Como afirma Bessel van der Kolk: "El trauma se almacena en el cuerpo, y sólo mediante la experiencia podemos cambiar nuestras respuestas emocionales". El psicólogo debe guiar al paciente para que entienda no solo cognitivamente, sino también somáticamente, lo que ocurre en su interior.
  • Regulación emocional: La capacidad de gestionar las propias emociones es clave. En terapia, el psicólogo se enfrenta a narrativas cargadas de sufrimiento, miedo o dolor, por lo que debe estar en control de su propia respuesta emocional. Esto no significa deshumanizarse, sino saber cómo mantenerse presente sin ser arrastrado por las emociones del otro.
  • Reflexión constante: Un buen psicólogo no deja de reflexionar sobre su propio trabajo y sus reacciones. Es capaz de mirar hacia adentro y ajustar su enfoque terapéutico cuando sea necesario. En palabras de Irvin Yalom: "El terapeuta debe ser capaz de estar presente de una manera profundamente humana, pero al mismo tiempo ser un observador externo". Esta capacidad dual permite al psicólogo estar en sintonía con el paciente sin perder su objetividad profesional.

Estas habilidades se desarrollan con el tiempo y requieren formación continua. La psicología es una disciplina viva, en constante evolución, y el buen psicólogo debe estar dispuesto a aprender y adaptarse a las nuevas corrientes y descubrimientos, tanto en la neurociencia como en la práctica clínica.

Cualidades de un buen psicólogo

Si bien las habilidades son necesarias, las cualidades personales son las que determinan la calidad de la relación terapéutica. Un buen psicólogo debe ser capaz de generar un ambiente de confianza, donde el paciente se sienta libre para explorar sus emociones y pensamientos más profundos. Algunas de las cualidades fundamentales son:

  • Empatía: Más allá de la comprensión cognitiva, la empatía implica sentir con el otro, ser capaz de ponerse en el lugar del paciente sin perderse en sus emociones. Esto crea un espacio terapéutico donde el paciente se siente visto y comprendido en su totalidad.
  • Autenticidad: Claudio Naranjo señaló que “la autenticidad es el ingrediente esencial en la transformación personal”. Un buen psicólogo no se oculta tras una fachada profesional, sino que es capaz de mostrarse genuinamente en la relación, lo que fomenta la sinceridad por parte del paciente.
  • Humildad: Un buen psicólogo no asume que tiene todas las respuestas. La humildad permite estar abierto a lo que el paciente tiene que enseñar, así como a reconocer las propias limitaciones. En la terapia, a menudo, el terapeuta aprende tanto como el cliente.
  • Compasión: La compasión implica un deseo genuino de aliviar el sufrimiento del paciente. Esta cualidad, aunque puede parecer sencilla, es el motor que impulsa a los psicólogos a seguir acompañando a sus clientes, incluso en los momentos más oscuros.

Estas cualidades no pueden ser enseñadas de manera formal. Se cultivan a través de la experiencia, la reflexión y el trabajo personal. El psicólogo debe estar en un proceso continuo de autoconocimiento y crecimiento, para poder ofrecer a sus pacientes un acompañamiento auténtico y eficaz.

Lo que hacen (y no hacen) los buenos psicólogos

La manera en que un psicólogo actúa dentro del espacio terapéutico tiene un impacto directo en el progreso del paciente. Pero también es importante lo que un buen psicólogo no hace. Aquí algunos aspectos clave:

  • Escuchar sin juzgar: Un buen psicólogo ofrece un espacio libre de juicio. Esto es esencial para que el paciente se sienta seguro y pueda explorar su psique sin miedo a ser criticado. La neutralidad del terapeuta fomenta la apertura emocional.
  • Crear una alianza terapéutica: Según Daniel Siegel, "La relación es el mecanismo de cambio en la terapia". La calidad de la relación terapéutica es uno de los predictores más fuertes de éxito en el tratamiento. Un buen psicólogo construye una alianza basada en la confianza y el respeto, y trabaja constantemente para fortalecerla.
  • Guiar, no dirigir: El terapeuta no es un consejero que dicta soluciones. En su lugar, ayuda al paciente a encontrar sus propias respuestas. Este enfoque facilita que el paciente se empodere y tome las riendas de su proceso de transformación.
  • Adaptar el ritmo al paciente: Forzar un cambio antes de que el paciente esté listo puede ser perjudicial. El buen psicólogo respeta el ritmo y el tiempo que cada persona necesita para procesar sus emociones y traumas, guiándolos con cuidado, pero sin apresurarlos.

Del mismo modo, los buenos psicólogos evitan imponer su perspectiva personal o sus propios valores. Se aseguran de que el espacio terapéutico esté centrado en el paciente y sus necesidades. No minimizan el sufrimiento del paciente ni lo desestiman. En lugar de apresurar soluciones, acompañan el proceso de cambio.

Podemos decir, a modo de conclusión, que ser un buen psicólogo implica una fusión entre habilidades técnicas, cualidades personales y una comprensión profunda del proceso terapéutico. Como dijo Bessel van der Kolk, "Sanar no es un proceso lineal; es como restaurar un alma que ha sido fragmentada". Un buen psicólogo es un facilitador en ese camino hacia la integración y el bienestar.

En Mentes Abiertas tenemos la suerte de contar con muchos buenos psicólogos y psicólogas.

Autor: Psicólogo José Álvarez