Según diversos estudios, la flexibilidad psicológica está relacionada con unos niveles saludables de bienestar. Esta es una herramienta fundamental de la Terapia de Aceptación y Compromiso, una de las terapias psicológicas de la llamada tercera generación o tercera ola.

La rigidez psicológica aboca a la persona, con mucha frecuencia, a trastornos emocionales como la ansiedad, estrés y depresión. Sin embargo, la flexibilidad le permite adaptarse mejor a las situaciones, facilita el cambio y el desarrollo personal.

 

¿Qué es la flexibilidad psicológica?

De acuerdo con la definición de Hayes (2020), expresada en su libro Una mente liberada, la flexibilidad psicológica se define como “la capacidad de sentir y de pensar con apertura mental, de asistir voluntariamente a la experiencia del momento presente y de avanzar en las direcciones que son importantes para nosotros, al tiempo que forjamos hábitos que nos permiten vivir de un modo congruente con nuestros valores y aspiraciones”.

Consiste en aprender a no evitar lo que nos resulta doloroso y poder aproximarnos al sufrimiento para poder vivir una vida llena de sentido. Acercarnos al malestar y a la inquietud sin juzgar, sin negar el dolor.

Esta herramienta nos permite aceptar el dolor y vivir la vida tal y como deseamos vivirla.

Para ejercitarla y conseguir una mayor adaptación a las diferentes situaciones, es precisa la práctica de la atención y la conciencia plena (mindfulness) y actuar de una forma efectiva en consonancia con tus valores.

Flexibilidad psicológica para reducir el malestar emocional

Si aprendemos a ser más flexibles dispondremos de un enfoque más resistente para asumir cualquier reto o circunstancia negativa.

Los enfoques mentales rígidos no pueden hacer frente a grandes obstáculos, ya que se destruirían. Si no existe la capacidad de adaptación, es muy complicado alcanzar el bienestar o ser feliz.

Por su parte, las personas que poseen mayor flexibilidad psicológica están en condiciones de disfrutar de una mejor calidad de vida. Podrán gestionar mejor sus emociones, ser más creativas en la resolución de problemas y tener una vida social más positiva.

¿Cómo desarrollar nuestra flexibilidad psicológica?

La Terapia de Aceptación y Compromiso plantea una necesidad de virar para tomar un rumbo diferente. Para hacerlo, propone el entrenamiento de seis habilidades. Este modelo se ha denominado Hexaflex, dado que se refiere a seis procesos que permiten el desarrollo de la flexibilidad psicológica:

  • Defusión cognitiva: es una técnica que tiene su raíz en las teorías cognitivas clásicas, por la cual la persona debe ver sus pensamientos como lo que son y no darles categoría de dogma ni de hechos innegables. En consecuencia, debe dejar de sentirse determinada o guiada por ellos.
  • El desarrollo de una perspectiva del yo: distinguir entre lo que una persona es y lo que experimenta. Una persona no es el contenido de su mente (pensamientos, sentimientos emociones…), no tenemos características inamovibles. Es posible distanciarse como si lo observáramos desde fuera y desarrollar esta perspectiva en función del contexto.
  • Aceptación: esta habilidad consiste en aprender del dolor. Se refiere a convivir con la experiencia en lugar de evitarla, cuando esta es inevitable. Es una alternativa a la evitación experiencial. Sentir es inherente al ser humano, tanto lo agradable como lo desagradable. El malestar es parte de la condición humana. Para comprenderlo mejor, veamos qué es la aceptación en Psicología.
  • Presencia: hace referencia a la capacidad para ampliar la conciencia de lo que nos ocurre ahora, dirigir nuestra atención de forma consciente al “aquí y ahora”. Vivir en el ahora en lugar de prestar tanta atención al pasado y el futuro.
  • Valores: son imprescindibles para decidir qué nos importa. Se trata de elegir unos valores propios, sin dejarse arrastrar por los valores sociales o familiares impuestos. Unos principios que van a posibilitar el contacto y la aceptación de lo que antes se evitaba.
  • Acción: compromiso con el cambio. Actuar con unos objetivos basados en esos valores, asumiendo un rol activo, sin dejar que nuestras acciones se focalicen a evitar sentirse mal.

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