El término duelo se refiere, sobre todo, al proceso de adaptación emocional que todos debemos asumir ante la pérdida de un ser querido. No hay duda de que, cuando hay que gestionar el duelo en la infancia, se requiere un tratamiento especial, mucho amor, compañía y acogimiento.
En general, todos —y los niños no son una excepción— sentimos una sensación de inseguridad y falta de control ante el fallecimiento de un familiar cercano, un gran vacío que nos causa dolor. Por ello, el menor debe contar con un apoyo para recuperar esa sensación de seguridad que pierde y poder reestructurarse emocionalmente.
Factores que influyen en la vivencia del duelo en la infancia
La psiquiatra y escritora Elisabeth Hübler Ross dedicó toda su vida a la reflexión y la investigación en torno al afrontamiento de la muerte, el duelo y el manejo emocional de la pérdida. Esta autora señala que los niños y niñas afrontan la muerte de acuerdo con lo que han visto en su entorno más cercano, en función de la actitud que observan en los adultos que les rodean.
Por otro lado, la etapa evolutiva que atraviesa el menor cuando se enfrenta a esta situación es fundamental. Los más pequeños no entienden el concepto de la muerte, aunque sentirán el abandono y será necesario que otra persona rellene ese vacío. Entre los 4 y 6 años, pueden tener la idea de que la muerte es reversible, por eso debemos ser claros en nuestras respuestas. Pueden aparecer cambios en su conducta, como hacerse pis, irritabilidad, etc. A partir de los 7 años ya diferencian mejor la realidad de la fantasía y, aunque no saben afrontar la muerte de un ser querido, su proceso de duelo empieza a asemejarse al de un adulto.
10 pautas para la gestión del duelo en la infancia
- Comunicarlo lo antes posible: con un lenguaje sencillo, debemos procurar ser claros, sin necesidad de ser crudos. Explicar las cosas sin adornarlas demasiado, ni tratar la muerte como un tabú. Evitar los eufemismos tipo “se ha ido al cielo”.
- Responder a sus preguntas: por extrañas que nos parezcan, eso le dará seguridad. A la hora de adaptar el lenguaje, la forma o el momento de comunicarlo debemos tener en cuenta la edad del niño. Si es necesario, podemos recurrir a ejemplos, como películas que haya visto, cuentos, etc.
- Ayudarles en su expresión: cada niño reacciona de forma diferente. Comprender que pueden existir conductas regresivas o desadaptadas, irritabilidad, miedo, dolores de barriga o de cabeza e incluso indolencia, sin juzgarles y respetando su ritmo.
- Mantener las rutinas: mantener las rutinas en su vida cotidiana les dará seguridad.
- Atención a las repercusiones: este proceso puede afectar a diversas facetas de su vida, sobre todo en cuanto al rendimiento escolar y sus relaciones sociales, que suelen ser las áreas más afectadas por el duelo en la infancia.
- Compartir nuestros sentimientos: podemos compartir tristeza o rabia delante de los niños, siempre que seamos capaces de transmitir seguridad. Si demostramos los sentimientos en esos momentos, podemos ayudarles a normalizar su propia expresión de tristeza de forma saludable. No conviene esconder las emociones, porque ellos imitarán esta conducta si les ofrecemos dicho modelo.
- Resistir ante sus muestras de dolor: conviene animarlos a expresar lo que sienten, no coartarles, que verbalicen sus sentimientos. Deben percibir nuestro apoyo en todo momento.
- Darles a entender que compartimos sus sentimientos: transmitirles que entendemos y compartimos su dolor, que podemos abrazarnos y que cuentan con nosotros cuando quieran para decirnos cómo se sienten.
- Poner en valor el recuerdo: nos despedimos de la persona, pero siempre quedará el recuerdo, vivencias compartidas, las sensaciones… Debemos hacerle ver que el amor no termina, que esa persona siempre seguirá dentro de nosotros.
- Realizar un ritual de despedida: si así lo desea el niño. En la medida de lo posible, y aunque esta es una decisión muy personal, los niños pueden asistir al funeral para empezar a elaborar el duelo adecuadamente. Es importante transmitir que la persona ya no sufre. Para realizar el ritual de despedida, busquemos un lugar cómodo para recordar juntos a la persona fallecida, incluso expresarle aquellas cosas que queramos decirle, darle las gracias, hacerle un dibujo, cantarle una canción, escribirle una carta...