El miedo a volverse loco es un temor relativamente común que puede afectar a muchas personas en el transcurso de su vida. Por lo general, esta es una de las preocupaciones recurrentes que suelen ir asociadas a niveles de ansiedad muy altos.
Se observa a menudo en trastornos de ansiedad generalizada (TAG), ataques de pánico, agorafobias, hipocondrias, fobias de impulsión y en algunos trastornos obsesivo-compulsivos (TOC).
En muchos casos el miedo a volverse loco es, en realidad, el temor a perder el control por parte de la persona y a no poder dominar ni su cuerpo ni sus actos.
Existen síntomas ligados a la ansiedad extrema que nos hacen creer que estamos perdiendo el control, como el trastorno de despersonalización y el de desrealización. En el primero de ellos, la persona se siente ajena a sí misma, mientras que en el segundo la sensación de extrañeza se refiere a su propio entorno.
En qué consiste el trastorno de despersonalización
En este trastorno la persona padece episodios recurrentes de separación del propio cuerpo o de lo que son sus pensamientos, sentimientos y procesos mentales. El individuo se siente como un espectador de su propia vida.
La despersonalización supone una reacción emocional muy intensa acompañada de una sensación de irrealidad y de distancia consigo mismo.
Puede llegar a sentirse como un autómata, incapaz de controlar sus pensamientos ni su expresión.
Las propias extremidades pueden percibirse como distorsionadas en su tamaño o forma.
A menudo estos pacientes sienten que sus pensamientos no son suyos, no se reconocen en el espejo o no saben quiénes son.
En qué consiste el trastorno de desrealización
La desrealización se define a menudo como la sensación de vivir en un sueño o en una película. Se distingue por la sensación de irrealidad o distanciamiento.
Estos pacientes han perdido la sensación de estar familiarizados con su entorno, como si hubiera una barrera o un velo entre su persona y el mundo que les rodea. Lo sienten como artificial.
Este trastorno se acompaña con frecuencia por la alteración subjetiva del sentido del tiempo y las dificultades de memoria y para ubicarse en sus recuerdos.
Asimismo, son habituales las distorsiones visuales subjetivas, como visión borrosa, alteraciones en el tamaño o distancia de los objetos (macropsia o micropsia), mayor agudeza visual, tridimensionalidad exagerada; distorsiones auditivas, silencios de voces o sonidos, etc.
Todo ello se concreta en un malestar clínico significativo.
Trastorno de despersonalización-desrealización
Ambos trastornos pueden combinarse en lo que se denomina trastorno de despersonalización-desrealización, cuando se juntan todas sus características. Es decir, cuando la persona se observa sí mismo desde fuera y, a la vez, siente que el mundo que le rodea no es real o se siente absolutamente desconectado de este.
Las sensaciones de hormigueo, de desmayo, dolor de cabeza… son comunes a ambas psicopatologías.
Estos trastornos, en solitario o en combinación, pueden ser intensos e interferir de forma grave en la vida cotidiana de las personas: deterioro de sus relaciones laborales y sociales, etc.
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