La postura corporal puede parecer irrelevante en la configuración de nuestras emociones y percepciones, pero cada vez más investigaciones están descubriendo enlaces sorprendentes entre cómo mantenemos nuestros cuerpos y cómo interpretamos el mundo a nuestro alrededor. En particular, se ha encontrado una conexión notable entre la postura corporal y el sesgo negativo. Este artículo explorará esta intrigante conexión y analizará cómo nuestra postura puede cambiar nuestra interpretación de las experiencias de vida.
¿Qué es el sesgo negativo?
Para entender la relación entre la postura y la percepción, necesitamos primero entender el sesgo negativo. En psicología, el sesgo negativo es la tendencia a dar más peso a las experiencias negativas que a las positivas. Es por ello que solemos recordar más aquellos comentarios críticos que los halagos, o que tenemos tendencia a preocuparnos más por las posibles amenazas que por las oportunidades.
¿Cómo se vincula la postura corporal?
Investigaciones recientes han comenzado a explorar el fascinante vínculo entre la postura corporal y el sesgo negativo. En un estudio clave, los investigadores encontraron que la gente que adopta una postura encorvada es más propensa a retirarse socialmente, a sufrir depresión y a tener un sesgo negativo en comparación con aquellas personas que mantienen una postura erguida.
Una teoría es que la postura encorvada puede reducir los niveles de serotonina (un neurotransmisor asociado con el bienestar) y aumentar los niveles de cortisol (una hormona asociada con el estrés). Esto podría explicar por qué aquellas personas que asumen una postura encorvada son más susceptibles a las emociones negativas.
La dinámica psicofísica
Ajuste corporal y emociones
Cuando experimentamos emociones negativas, como tristeza o miedo, nuestros cuerpos tienden a reflejar esas emociones. Nos encogemos, bajamos la cabeza o nos cruzamos de brazos. Pero lo que es interesante es que esta relación funciona en ambas direcciones. Del mismo modo que nuestras emociones pueden cambiar nuestra postura, nuestra postura puede también cambiar nuestras emociones.
Tal vez hayas oído hablar del "poder de la postura". Se ha demostrado que adoptar una postura de poder (piensa en Superman con su pecho erguido y las manos en las caderas) puede aumentar la confianza y reducir los sentimientos de ansiedad.
Pero va más allá de solo mejorar nuestra autoestima. Adoptar una postura encorvada puede hacer que veamos el mundo de manera más negativa, y viceversa. Esto nos lleva de vuelta al vínculo con el sesgo negativo. Nuestra postura no solo afecta cómo nos sentimos, sino también cómo interpretamos nuestras experiencias.
Efectos a largo plazo y soluciones potenciales
A largo plazo, la postura encorvada y el sesgo negativo pueden reforzarse mutuamente en unciclo desgastante. La buena noticia es que somos capaces de cambiar esta dinámica. Al mejorar nuestra postura, podemos ayudar a reducir la aparición del sesgo negativo y aumentar nuestra resistencia emocional.
Existen técnicas físicas concretas que podemos utilizar para mejorar nuestra postura, como el yoga o la terapia física. Asimismo, la meditación puede ayudarnos a ser más conscientes de nuestra postura y a corregirla cuando nos demos cuenta de que nos estamos encorvando.
Conclusiones
La relación entre la postura y el sesgo negativo es un campo de investigación emocionante y en pleno crecimiento. Cada vez hay más evidencias que nos muestran que la conexión entre nuestro cuerpo y nuestra mente es más profunda y más intrincada de lo que pensábamos. A medida que continuemos explorando esta relación, es posible que descubramos nuevas formas de mejorar la salud mental y el bienestar a través de intervenciones corporales. Lo que es evidente es que para disfrutar de una verdadera salud emocional, debemos concentrarnos tanto en nuestra mente como en nuestro cuerpo.