¿Sabes que tu psicólogo puede sugerir medir tu variabilidad cardiaca? La VRC (variabilidad del ritmo cardiaco) es un biomarcador fiable de la salud física y psicológica. Es un indicador de la calidad de comunicación entre el cerebro y el corazón, del equilibrio que existe entre ambos sistemas.
El cerebro y el corazón no pueden vivir el uno sin el otro, tienen una relación bidireccional. En los últimos tiempos, la investigación vinculada entre ciencia y cardiología ha demostrado la influencia de la vida emocional en el desarrollo de diferentes enfermedades.
Por otro lado, la enfermedad cardiovascular se presenta como un factor directamente relacionado con el estrés, la ansiedad, la depresión y otras patologías.
Variabilidad cardiaca y equilibrio emocional
La variabilidad cardiaca se define como la variación de los intervalos de tiempo entre un latido y otro.
Como hemos adelantado, la VRC es un marcador biológico que aporta información acerca del funcionamiento del sistema nervioso autónomo.
Una baja variabilidad del ritmo cardiaco (que se materializa en una falta de coherencia entre la respiración y el ritmo cardiaco) influye de manera negativa en nuestros pensamientos y emociones, así como en una menor tolerancia del organismo al estrés. Este desequilibrio nos hace ser más vulnerables a enfermedades físicas relacionadas con la salud cardiaca y el cáncer, y también a problemas de salud mental como la depresión, el estrés postraumático y el dolor crónico.
Por su parte, una variabilidad cardiaca óptima es un indicador psicofisiológico de autorregulación, flexibilidad y adaptabilidad para afrontar el estrés y otras alteraciones emocionales. Una variabilidad adecuada es una medida de bienestar físico y psicológico.
El bienestar físico y emocional se refleja en la flexibilidad en nuestra interacción con el entorno y con nosotros mismos.
¿Qué utilidad puede tener la medición de la variabilidad cardiaca en la terapia psicológica?
Como hemos visto, una baja VRC se asocia con sufrimiento psicológico. Si el psicólogo potencia esa variabilidad cardiaca para acercarla a su punto óptimo puede actuar favorablemente sobre el equilibrio del sistema nervioso autónomo y mejorar el efecto terapéutico.
Así pues, la medición de la VRC al iniciar la terapia y durante el desarrollo de esta aporta un indicador fiable y objetivo del progreso en el tratamiento.
Para el paciente constituye un importante refuerzo comprobar de manera objetiva que puede interferir sobre su estado fisiológico.
Biofeedback de variabilidad cardiaca
En los últimos años, la aplicación del biofeedback para modular la variabilidad de la frecuencia cardiaca ha sido ampliamente estudiada. Esta técnica ha demostrado su eficacia tanto en la prevención de diferentes problemas de salud física, como para tratar diferentes psicopatologías ligadas a la gestión de la tensión emocional. Así pues, permite ayudar a las personas en el tratamiento de la ansiedad, las situaciones estresantes y reducir las secuelas del estrés crónico, trastorno de estrés postraumático, insomnio, etc.
Las sesiones de biofeedback de variabilidad cardiaca utilizan la respiración en la frecuencia de resonancia del organismo (la frecuencia específica de cada organismo en la que se potencia la variabilidad, en la que los diferentes sistemas “resuenan”), como un medio para potenciar los efectos terapéuticos y ayudar a la regulación emocional.
Partiendo de dicha frecuencia de resonancia, el psicólogo puede recurrir a técnicas de relajación o mindfulness que ayuden a esa regulación. Posteriormente, puede comparar el efecto de la intervención.