El análisis transaccional nació como terapia psicológica a caballo entre los años 50 y 60. Fue entonces cuando el médico y psiquiatra Eric Berne, de formación psicoanalítica, desarrolló esta teoría, enmarcada dentro de la psicología humanista, para dar forma a una nueva psicoterapia más eficaz.
Aunque sus raíces son psicoanalíticas, el análisis transaccional rompe con el enfoque freudiano clásico y centra su interés en las interacciones psicológicas entre las personas (transacciones) y no en la dinámica psíquica interna de los individuos.
De hecho, constituyó una gran aportación al estudio y tratamiento de la personalidad, la comunicación y las relaciones humanas, ya que consiguió ofrecer una alternativa integrativa diferente uniendo postulados de otras corrientes como el psicoanálisis, la cognitiva-conductual o la fenomenología.
Poco a poco el cuerpo teórico del análisis transaccional se fue expandiendo y su influencia fue más allá de la psicoterapia. Hoy en día lo encontramos en otros ámbitos como la educación, el crecimiento personal y el de las organizaciones.
¿Qué son los tres estados del yo para el análisis transaccional?
Uno de los ejes principales de esta teoría son los tres estados del yo, que definen la personalidad del ser humano y se entienden como “formas específicas de sentir, pensar y actuar”.
De acuerdo con los principios del análisis transaccional, las personas nos relacionamos con nuestros semejantes asumiendo una posición de Padre, Adulto o Niño (PAN). Estos tres estados del ego, distintos a los psicoanalíticos, están presentes en todos los seres humanos.
Padre
Condensa todas las normas, valores, ideas, prejuicios y creencias que, durante la infancia, se han escuchado a los padres. Viene a ser una reproducción de la forma de ver el mundo de la figura paterna.
Existe un “padre natural”, vinculado con el cuidado, la protección y la guía; y un “padre programado”, que se asocia con el ejercicio del poder y el autoritarismo, rígido y castigador.
Adulto
Este es el estado más racional, analítico, con predominio de la razón, basado en las propias experiencias de cada persona y adaptado a la realidad actual. Se caracteriza por el autocontrol y la autodeterminación. Según el análisis transaccional es el único de los tres estados que muestra a la persona tal y como es.
Niño
Es el estado más básico, caracterizado por las fantasías, lo irracional y los impulsos primarios que echaron raíces en nuestra personalidad desde la más tierna infancia. Predomina lo emocional, lo impulsivo y espontáneo por encima de lo racional.
Tal y como ocurre con el adulto, existe un “niño natural”, que se corresponde con lo anteriormente descrito; y otro “niño programado” que se define como un niño al que no se permitió manifestarse, reprimido, tímido, temeroso e introvertido.
¿Cómo se regulan los tres estados del yo de forma saludable?
La regulación ideal de los tres estados del yo es la que ejerce el estado del yo adulto sobre los otros dos, es decir, aquel en el que el adulto controla y modera al resto de estados, dejándoles expresarse cuando y como conviene. De esta forma, la persona puede alcanzar el bienestar psicológico.
Los tres estados resultan necesarios para nuestro equilibrio emocional. El análisis transaccional puede ayudarte a identificar los estados del yo predominantes en tu personalidad y a regularlos. La clave consiste en adaptarlos y modularlos dependiendo de cada contexto.