¿Cuántas veces has pensado que los éxitos que has conseguido son cosa del azar, en cambio, los fracasos te pertenecen? Esto es un error de atribución y está muy relacionado con la baja autoestima.
La autoestima, es el concepto que tenemos de nosotros mismos, los pensamientos, atributos, actitudes, capacidades que pensamos nos definen. Si tendemos a pensar que las cosas negativas que nos ocurren tienen que ver con nosotros mismos e incluso definen quién y cómo somos, es que estas siento muy crítico e injusto contigo mismo, además de no ser relista. Pero, ¿por qué nos pasa eso?
La autoestima se forja a través de las vivencias y suele ser el entorno quien va moldeando la visión que tenemos sobre nosotros mismos. Aunque no lo parezca, es algo que vamos creando desde muy pequeños en casa con los comentarios de nuestra familia. La adolescencia también tiene un papel fundamental en la autoestima, es el momento más crítico donde empezamos a crear la persona que seremos. A diferencia de la infancia, aquí son nuestros amigos y nuestras primeras parejas quienes adquieren gran relevancia en la opinión que creamos sobre nosotros.
Como se puede apreciar, la base de la autoestima es fundamental para nuestro “yo” del futuro. Esto no quiere decir que porque en tu infancia y adolescencia te hayan dicho que no eres una persona válida no lo seas realmente. Es aquí donde tenemos que manejar el concepto que tenemos sobre nosotros mismos y ponernos en valor.
¿Juzgarías a tu mejor amiga de la misma manera que te juzgas a ti? Si la respuesta es no, estamos ante un síntoma de baja autoestima, fruto de una distorsión del pensamiento. Porque sí, la mente nos engaña muchas veces. Pongamos un ejemplo real; imagina que llevas toda tu vida bailando y disfrutas de ello, pero llega un día en el que se te resiste la nueva coreografía que estás practicando. Lejos de disfrutarla, te frustras y empiezas a pensar que el baile no es lo tuyo, que has perdido el tiempo y que cómo se te pudo ocurrir que servías para ello. Entonces, está claro que el resto de coreografías te habían salido bien de casualidad ¿verdad? Esto es lo que antes llamábamos error de atribución. Probablemente si esto le pasara a tu mejor amiga serías mucho más benevolente con ella y le dirías que entiendes su frustración, pero que un tropiezo no va truncar su esencia como bailarina.
La parte positiva de todo es que una vez que somos conscientes de que esto nos ocurre podemos trabajar para mejorar nuestra autoestima. Aquí van algunos ‘tips’ para no entrar en el bucle de la autocrítica:
- Hablarnos mejor: cómo me hablo a mí misma es el primer punto a trabajar. Frases como “soy tonta”, “no valgo para nada” o “cómo he podido equivocarme en esto tan sencillo” hacen que minemos nuestra autoestima. A partir de ahora vamos a intentar hablarnos con más cariño y compasión. La realidad es que nos pasamos las 24h del día hablando con nosotros mismos y si todo el tiempo nos decimos cosas feas, acabamos creyéndolas. Muchas veces no le damos demasiada importancia al lenguaje, sin embargo, es muy relevante, “ya sabes cómo me expreso, soy una exagerada”, pero si esto fuera cierto también utilizarías un lenguaje “exagerado” para los adjetivos positivos “me siento una diosa”, “soy la mejor en mi trabajo” ¿lo usas?
- Dedicarnos tiempo: vivimos en una vorágine de obligaciones; el trabajo, los estudios, la casa, la familia… ¿Y el tiempo para nosotros? Es muy importante dejarse mimar por los demás, pero aún lo es más saber mimarse a uno mismo. El autocuidado nos hace sentirnos bien con nosotros mismos y conocernos más a fondo. ¿Cuánto tiempo al día está destinado a ninguna obligación? ¿y a la semana? Seguramente sea entre poco y nada. Hay que tener tiempo para darte un baño caliente, salir a pasear, tomarte algo en esa nueva cafetería que te comento tu amiga, salir a bailar, comenzar un libro o tirarte en la cama a no hacer nada. Eso es igual de importante que el tiempo que inviertes en ir a trabajar, aunque nos cueste verlo.
- No necesitar la aprobación de nadie: a todos nos gusta gustar. Somos seres sociales y la aprobación de los demás nos hace sentirnos bien, pero todo tiene límites. Cuando esta aprobación empieza a convertirse en necesidad, es porque nuestra autoestima no es lo suficientemente fuerte. Queremos ser alabados, aceptados y validados por los demás, pero ¿a cualquier precio? La realidad es que nunca vas a gustar a todo el mundo, es imposible, entonces ¿para qué tanto esfuerzo? Además, es muy fácil perderte en el camino, y dejar de saber qué opinas tú sobre ciertos temas, que te gusta y que no, con qué disfrutas.
- Priorizarse sintiéndonos bien con ello: al comenzar a forjar una sana autoestima y ponemos por delante de los demás suele surgirnos este miedo ¿me estaré convirtiendo en una persona egoísta? Pero tenemos que tener claro que priorizarse a uno mismo y actuar en consonancia con lo que pensamos y queremos es sano, sin comillas, ni interrogaciones, es SANO. Muchas veces por el estilo de enseñanza que nos han dado nos sentimos más cómodos si sabemos que la persona a nuestro lado es plenamente feliz, aunque nosotros no lo seamos, pero ¿cómo puede ser esto bueno? Solemos decir que no estamos mal, que tampoco es algo que nos importe tanto, que nos da más paz saber que estamos ayudando a otra persona y con eso estamos bien ¿te suena? Tenemos que comenzar a darnos esa prioridad a nosotros mismos.
Es importante que, si después de leer este artículo has llegado a la conclusión de que tu autoestima falla, deberías considerar la opción de ponerte en manos de un psicólogo. Está muy bien conocer las herramientas para manejarlas, pero la figura de un profesional te ayudará a que sean más efectivas y puedas sentirte satisfecha contigo misma.
Autora: Inés Monterde Ortiz