¿Nunca has sentido que tus pensamientos te asfixian? Es importante que sepamos que en muchas ocasiones aquello que pensamos no es real. No quiere decir que te estés inventando información que no existe, quiere decir que la estas distorsionando.
Pero, ¿de dónde viene esto? ¿es malo sentir ansiedad? La respuesta es no. Nos tenemos que remontar a la prehistoria para saber que la ansiedad no es un concepto del mundo contemporáneo.
Probablemente nadie se imagina a un ‘CROMAÑON’ sintiéndose ansioso antes de enfrentarse a un león, pero la verdad es que sí, esto sucedía. Es normal que la ansiedad aparezca en un momento ‘crítico’, sin embargo esta se vuelve negativa cuando la encontramos en situaciones que no son de riesgo. Nuestra mente tiende a seguir pensando que estamos en peligro constante, como si siguiéramos siendo hombres de la prehistoria, haciendo que nos pongamos en alerta en situaciones cotidianas.
Seguramente en más de una ocasión te hayan dicho “menudas películas te montas” y te hayas ofendido, pero muchas veces es cierto, confabulamos tanto a cerca del fututo, distorsionamos tanto la información que tenemos que generamos una realidad paralela. Lo peor, que nos la creemos.
¿Cómo funciona nuestro cerebro?
Para explicaros como funciona nuestro cerebro, voy a exponer la Teoría Racional Emotiva de Albert Ellis, un psicólogo que reveló cual es el mecanismo de los pensamientos y las emociones a través del modelo ABC.
A, corresponde a la situación, al contexto. C a las emociones. Solemos pensar que cuando ocurre algo (A) inmediatamente se traduce en una emoción (C). Por ejemplo, nuestro jefe nos pide que nos quedemos a trabajar hasta las 21h el viernes (A), parece obvio que la emoción será negativa, enfado, ira, rabia... (C). Pero como ya os imagináis hay una B entre medías que es el pensamiento.
Siguiendo con el mismo ejemplo, (A) nuestro jefe nos pide que nos quedemos a trabajar hasta las 21h el viernes, (B) pensamos que menudo morro que tiene, que no son horas de trabajar, no me respeta, me lo dice porque sabe que soy el pringado de la oficina, me tienen ninguneado en esta empresa. (C) Las emociones que todos estos pensamientos generan son negativas y desagradas.
Pero te propongo que intentes cambiar ese pensamiento (B) ¿crees que es posible que cambien nuestra emoción (C)? Vamos a probar de nuevo, nuestro jefe nos pide que nos quedemos a trabajar hasta las 21h el viernes (A), pensamos que es una lata trabajar hasta esa hora un viernes, pero también sabemos que nuestro jefe confía en nuestro trabajo y por eso nos lo ha pedido, sabe que somos responsables y lo sacaremos adelante, se fía de nuestro criterio. ¿Cambia algo la C? no digo que todas las emociones sean positivas, pero desde luego no nos sentiremos unos inútiles aunque nos moleste trabajar a esas horas.
Os voy a poner otro ejemplo, voy por la calle estrenando mi nuevo conjunto de ropa y veo un grupo de personas que me mira y parece que cuchichean algo sobre mi (A), pienso que como me he podido comprar ese conjunto, ya sabía yo que no me favorecía nada, voy echa un espanto, seguro que se me ve gorda con esta ropa y estos chicos se han dado cuenta de lejos (B) la emoción que este pensamiento genera es devastadora (C). Sin embargo, vamos a darle la vuelta a B, está claro que estoy guapísima, me siento poderosa con él y estos chicos se han dado cuenta. Obviamente la emoción que nos genera este pensamiento es mucho más gratificante.
¿Cómo puedo saber si lo que estoy pensando es irracional?
Los pensamientos irracionales o distorsionado más comunes son:
- Sobregeneralización: extraer una regla general o una conclusión basándote en detalles y aplicando tanto a situaciones similares como diferentes. Ejemplo: He suspendido un examen (A) soy un zoquete, estudiar no es los mío, seguro que nunca seré capaz de sacarme la carrera (B).
- Pensamiento polarizado o dicotómico: consiste en la clasificación de todas las experiencias en una o dos categorías opuestas, seleccionando los extremos sin tener en cuenta grados intermedios. Ejemplo: blanco o negro, listo o tonto, feo o guapo.
- Lectura del pensamiento: creer que sabemos lo que la otra persona está pensando. Ejemplo: está claro que está pensando que no soy muy listo, se lo noto en la mirada.
- Razonamiento emocional: pensar que algo debe ser real porque se siente como si lo fuera. Ejemplo: estoy super enfadada con mi pareja, sé que llevo razón porque siento mucha rabia.
- Abstracción selectiva: conceptualizar una experiencia basándonos únicamente en un detalle, desestimando el contexto y dejando al margen otra información más relevante. Ejemplo: seguro que no les caigo bien a mis suegros, porque al invitarme hoy a su casa a comer pusieron de postre piña que saben que no me gusta.
¿Qué puedo hacer para parar estos pensamientos?
Desafiarlos, lo primero es pararte a cuestionarlos. ¿Es razonable lo que pienso? ¿Me estoy basando en la realidad? ¿Qué probabilidad hay de que esto suceda? ¿Qué evidencias tengo que apoyen este pensamiento? ¿Y que no le apoyen? ¿Qué le diría a mi mejor amigo si estuviera en esta misma situación?
Es importante reflexionar si hay una manera objetiva y más útil de ver la situación. En la mayoría de las ocasiones buscamos evidencias que nos confirmen lo que pensamos, pero ¿y las que lo desmienten? Es importante hacer de abogado del diablo con nuestros propios pensamientos.
Como veréis es una labor complicada, lo primero es conocer que esto existe, pero con saberlo no termina el trabajo. Ahora hay que ponerlo en práctica. Mi recomendación es que acudáis a un profesional de la salud mental para que os ayude a identificar cuales son vuestros pensamientos irracionales y cambiarlos.
Autora: Inés Monterde Ortiz