De todos es sabido que existen manipuladores psicológicos que dominan a la perfección las técnicas para confundir a otras personas e influir en sus conductas. Lo que ocurre es que no siempre somos capaces de detectarlos.
Al buen manipulador cuesta desenmascararlo, es hábil con las palabras y las estrategias que emplea. Utiliza las debilidades de sus víctimas para conseguir una posición de dominio y condicionar la conducta ajena en su propio beneficio.
Por lo general, la manipulación mental se ejerce desde el abuso de poder y la dominación de la otra persona.
Definición de manipulación psicológica
Se dice que existe manipulación mental cuando un individuo asume el control de la conducta y sentimientos de otra persona o grupo de personas con estrategias y técnicas psicológicas de sugestión, seducción, persuasión…, para obtener un beneficio o conseguir un objetivo.
La situación suele desembocar en un deterioro de la autoestima de la víctima, su autonomía y el condicionamiento de su conducta a la voluntad del manipulador emocional.
5 claves para identificar a un manipulador mental
Existen una serie de rasgos que los manipuladores mentales suelen compartir:
Personas egocentricas
Son personas que dan siempre prioridad a sus necesidades, pasando por encima de las de los demás. Por eso pueden tratar así a sus víctimas, porque no piensan en sus necesidades.
Nada empáticas
Son incapaces de ponerse en la piel de los demás. En los casos más graves, no consideran a los demás como personas, sino como meros instrumentos que les permiten conseguir sus objetivos.
Maquiavélicas
Son personas que puntúan alto en el rasgo de maquiavelismo, que manejan con facilidad la intriga, la rivalidad, los celos… Tienen una gran facilidad para distorsionar y tergiversar la realidad en su beneficio.
Irresponsables y con pocos escrúpulos
El manipulador emocional no siente remordimientos, ya que no considera que manipular y beneficiarse de las debilidades de los demás sea nada censurable. Cuando detectan el talón de Aquiles de su víctima, no dudan en aprovecharse utilizando las artimañas más sutiles.
Habilidad para detectar las debilidades de los demás
Tienen una especial habilidad para detectar los puntos débiles del otro. Sacan tajada de personas sensibles y amables, ya que son conscientes que es más fácil manipularlas.
Cómo neutralizar sus técnicas de manipulación
Haz valer tus derechos, respétate
Tus temores e inseguridades te hacen más vulnerable a la manipulación. Es fundamental aprender a conocerte y respetarte, saber qué quieres. Tener claros tus valores y tu línea de conducta te ayudará a evitar manipulaciones.
Aprende a poner límites sin sentirte culpable
En las relaciones, es esencial aprender a poner límites. Es decir, saber expresar cuáles son nuestras necesidades y qué fronteras no queremos que se traspasen. Poner límites constituye un acto de amor para contigo mismo, pero también hacia los demás.
Demuestra firmeza
Compórtate con asertividad, aprende a decir que no. No te muestres dubitativo o el manipulador buscará un resquicio para desarmarte. Ante su insistencia, puedes interrumpirle, dejar clara tu postura y cortar el tema por donde quiere conducirte. Aunque te sepa mal en ese primer momento, a la larga te lo agradecerás a ti mismo. No admitas faltas de respecto.
Trabaja tus emociones
Todos los puntos anteriores requieren de tu trabajo emocional de autoconocimiento para comportarte de acuerdo con lo que sientes y no sentirte culpable ni tener miedo. Aprende a reconocer y manejar tus emociones.
Corta el contacto con esa persona
Si sospechas que estás siendo víctima de una manipulación, aléjate de esa persona. Si no es posible, por entornos laborales compartidos, familiares, etc., restringe su contacto y limítalo a lo estrictamente necesario. Responde con respuestas cortas a sus preguntas, sin muchas explicaciones, ya que si inicias una conversación intentará llevarte a su terreno.
No te sientas culpable ni pienses que eres débil de carácter
Muchas veces, el entorno achaca a la víctima la responsabilidad de la manipulación, porque “tiene poca personalidad”, “es muy insegura”, etc. Esta visión acaba afectando a la autoestima de la persona manipulada. Es una perspectiva inadmisible, ya que es el manipulador el que debe comportarse y respetar a los demás. En ningún caso, la persona objeto de maltrato puede ser responsable ni corresponsable de la situación.
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